Sala de máquinas

La charcutería

Juan Bolea

Juan Bolea

La teoría del salchichón de Alfonso Guerra, esas rodajitas de mociones, indultos y amnistía que se vienen cortando al embutido nacional, se practica a diario en la charcutería política del PSOE, donde Santos Cerdán y Félix Bolaños, sin quitarse un momento los mandiles, vienen coordinando las faenas de sacrificio y despiece constitucional.

Tantas rodajitas se han cortado y repartido ya del salchichón de Guerra que casi no queda nada donde hincar el diente y por eso Santos Cerdán, el matarife mayor, está preparando los ganchos para colgar las nuevas canales que abrirán la división de poderes, la Constitución y el Estado de las Autonomías. Por su parte, Puigdemont ha aportado a buen precio unas cuantas butifarras, de cara al mostrador y a que, al menos, se alimenten los suyos.

Cerdán y Bolaños, testigos de tantas matacías, y sabedores de que muchas vísceras no se pueden congelar, debiéndose comer en caliente, tienen la obligación, además de salvar la hambruna política de este invierno, de resolver el suministro para cuatro años de legislatura. Pero, de la misma forma que se está acabando el salchichón de Guerra, la charcutería del PSOE se ha quedado sin sesos, porque se los comieron Felipe González y Rubalcaba. La lengua está reservada a María José Montero y Pilar Alegría. A José Luis Rodríguez Zapatero y a Errejón les siguen dando criadillas, para estimular el crecimiento de la hormona política; la oreja se la ha pedido Bolaños para no perder palabra de lo que en catalán le susurre Turull, a propósito de las canales competenciales. Las carrilleras y el morro son para Pedro Sánchez; los solomillos, para Yolanda Díaz; el pernil, para Puigdemont; el hígado, para Otegi; las costillas, para Ortúzar y Junqueras (así están de majos); la pezuña para Irene Montero y el rabo para Pablo Iglesias.

Habrá que decidir en la mesa de despiece, para el menú del día después, qué corte o víscera sirven los carniceros de Ferraz a los chefs rebeldes con estrella Michelin de cocina autonómica, tipo Page o Lambán, y qué restos de casquería, tocino y menuceles quedan para el resto de comensales de Sumar y tropa de segunda línea.

Comer, comerán todos.

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