Opinión

Productividad y bares de ciudadanos chinos

Uno es más productivo cuando con los mismos recursos o esfuerzo consigue mayores resultados

Si usted va a un bar en España y le cobran 2 euros por una cerveza y en Francia le cobran 5 ¿qué bar es más productivo? Considerando el servicio ofrecido, dirían que la productividad es la misma. Si nos quedamos con el valor del servicio, el francés es más del doble del español. Con ese mayor rendimiento caben mejores salarios y más beneficios. Uno es más productivo cuando con los mismos recursos o esfuerzo consigue mayores resultados, en términos materiales o en términos económicos. Eso es la productividad y la consecuencia de una mayor productividad es más valor añadido, más producto y mayores sueldos y beneficios a repartir. Oímos con frecuencia que somos poco productivos, que el problema de la economía española es la baja productividad, que únicamente calentamos nuestro puesto de trabajo a base de jornadas largas y poca productividad.

Ahora vienen las recomendaciones para mejorar nuestra productividad y por lo tanto nuestro nivel de vida: incrementar el tamaño de las empresas, mejorar el capital humano, aplicar nuevas tecnologías o mejorar la gestión. O sea, si el bar con el que hemos comenzado tenía 100 metros ahora lo aumentamos a 200 y el doble de personal, así seremos más productivos... Hay que matizar mucho tales sugerencias. Constituye un salto enorme pasar del autoempleo o de la microempresa de tres trabajadores, por ejemplo, a otra de 20 para alcanzar estándares de productividad que permitan salarios y beneficios homologables a una media de diversos sectores productivos. Parece que no se tiene en cuenta la realidad de esas empresas, de pequeñas empresas de sectores concretos que tienen un gran peso en nuestra economía. Hostelería, comercio al por menor, reparaciones, se trata de actividades que responden en parte a la cultura y a la idiosincrasia de la sociedad española. Nos gusta ir a los bares mucho más que a los centroeuropeos y si suben los precios al nivel francés pues no iremos tanto. Se trata de sectores que ya hace tiempo, sujetos a las leyes de la economía, como todos, están en continua transformación. Ya, hoy, hay menos bares y menos comercios minoristas. Y muchos negocios de este tipo están regidos por personas de origen asiático. Se trata de actividades poco productivas que funcionan a base de echar horas. Eso le sucede a la economía española. Tenemos determinadas actividades poco rentables que solo pueden sostenerse a base de dedicarle tiempo. Negocios centimeros que se decía, trabajar céntimo a céntimo. ¿Hasta cuándo? Pues hasta que cambien nuestras costumbres (la demanda), o las circunstancias económicas orienten la prestación de esos servicios en horarios o productos (la oferta) que consigan esas mejoras de productividad que les permitan funcionar con los estándares de rentabilidad de otros sectores de la economía.

Otro problema con la medida de la productividad y la riqueza de un país tiene que ver con la medición del propio PIB. Pues bien, tenemos sectores poco productivos de acuerdo con lo que he comentado antes y otros cuyo producto se valora por lo que cuesta, pero no por el valor que proporciona. Por ejemplo, una cuidadora cuesta el salario que se le paga. Ese es el valor computable a efectos económicos, lo que integraría el PIB. Sin embargo, el valor de ese servicio en términos de bienestar no se mide. Ni tampoco el valor que indirectamente puede proporcionar a un familiar por liberarse de ese servicio y permitirle dedicar su trabajo a una actividad más rentable. Es un debate viejo en la economía acerca del PIB como indicador de bienestar.

La economía española, en aproximadamente una cuarta parte, turismo y comercio al por menor principalmente, es, con todo el respeto, como algunos bares de chinos: horas presenciales. Si hubiera alternativas, las personas se desplazarían a sectores de mejores salarios y condiciones de trabajo. Estamos creciendo más que la media europea y aunque trabajamos mejor, nos queda mucho recorrido. No vamos a insistir en los problemas de medida citados, pero ¿trabajamos más? Si: el año pasado la inmigración alcanzó una cifra precovid: 600.000 personas, mayoritariamente en sectores poco productivos, un crecimiento económico basado en sumar trabajadores. Eso incrementa el PIB pero, al aumentar el número de trabajadores entre los que se reparte lo producido, la renta per capita disminuye. Para el optimismo: de la cantidad vendrá la calidad, con cambios y esfuerzo, por supuesto.

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