Opinión | EDITORIAL

El Casademont femenino, una historia de éxito

El Casademont Zaragoza disputará hoy, desde las 12.30 horas, la segunda final consecutiva de la Copa de la Reina en el Pabellón Carolina Marín de Huelva. Su rival será el Valencia después de que ayer el equipo que prepara Carlos Cantero derrotara en las semifinales al Perfumerías Avenida en un partido extraordinario de principio a fin (61-73). Por lo tanto, el Casademont defenderá el título que conquistó la temporada pasada en el pabellón Príncipe Felipe, también ante las salmantinas y delante de 10.800 espectadores, un lleno absoluto. Se puede afirmar sin ninguna duda que el conjunto aragonés está ya instalado de forma muy sólida entre la élite española y también europea, como bien ha demostrado en la campaña de su debut en la Euroliga, la máxima competición continental, alcanzando los cuartos de final y forzando el tercer partido contra el todopoderoso Cukurova turco, que tuvo que reforzarse con dos grandes fichajes para doblar la rodilla de las zaragozanas.

Estamos delante de una historia de éxito a diferentes niveles. Por supuesto, el deportivo. En 2023, el Casademont levantó el título, el segundo que la ciudad de Zaragoza conseguía tras el del Banco Zaragozano de 1990. Ahora repite de nuevo final y tiene la posibilidad de revalidar aquellos laureles otra vez. Y también, social. A lo largo de estos últimos años, las jugadoras y el cuerpo técnico (Cantero es un entrenador magnífico) han conseguido elevar la categoría del Casademont a una esfera superior hasta convertirse en mucho más que un simple equipo de baloncesto. Han llegado a ser un fenómeno social en la ciudad y en Aragón, colocando la bandera del deporte femenino en la cima de la comunidad por su buen hacer en las pistas, su liderazgo tranquilo, una altísima capacidad para mostrarse como referentes y una empatía y una conexión con sus aficionados espectaculares. La asistencia al Príncipe Felipe es también extraordinaria.

En Zaragoza, las niñas y los niños de hoy idolatran a Fiebich, a Mariona Ortiz o a Vega Gimeno, por citar a tres de las grandes pilares de la plantilla, jugadoras que iniciaron este camino junto a Geldof y que han sabido integrar en el club a las nuevas incorporaciones (Diallo, Atkinson, Gulbe, Holesinska, Hermosa, Gervasini o Pointer) y hacerles entender dónde están, para qué están aquí y cómo es este club de puertas hacia dentro y de puertas hacia fuera. El proyecto que Reynaldo Benito imaginó poco antes de que llegara la pandemia ha cristalizado con un éxito rotundo. Hoy, Zaragoza tiene a su equipo de baloncesto femenino entre los grandes de España y es un orgullo para la ciudad y para todo Aragón. Este proyecto merece el más grande de los aplausos y un mimo especial por parte de todos los actores que lo rodean en el corto y medio plazo.

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