Opinión | EL TRIÁNGULO

Mejor ahora que después

No hay convocatoria de elecciones sin mirar a otros territorios, ni a cómo favorecerá a tus opciones el momento de debilidad de tus adversarios

Cataluña lleva seis elecciones autonómicas en menos de 14 años, en 2010, 2012, 2015, 2017, 2021 y un nuevo adelanto electoral a mayo de 2024. En el mismo periodo, en el conjunto del país hemos celebrado seis elecciones generales, en 2011, 2015, 2016, 2019, 2019 bis, 2023 y una moción de censura. Casi no hay legislatura que se cumpla completa, casi no hay resultado electoral que no produzca un sufrimiento en los partidos políticos a los que se les encarga formar gobierno. No hay convocatoria de elecciones sin tener un ojo pendiente de lo que hacen otros territorios, ni de cómo favorecerá a tus opciones buscando el momento de debilidad de tus adversarios. La máxima es mejor convocar ahora que después, porque más tarde todo empeorará, en su momento la crisis económica o el desgaste del candidato nacional tras la pérdida de su partido de mucho poder territorial. Aragonès no quiere llegar a sufrir las consecuencias de la sequía con un gobierno tan débil, prefiere que Junts no tenga tiempo de reorganizarse cuando tenía como referencia las europeas y no las catalanas. Y En Comú Podem, con su negativa mantenida sobre el proyecto de ocio en las Costa Dorada, busca mantener un perfil propio y diferenciado, viendo la crisis de Sumar en Galicia, la ruptura del grupo parlamentario en el Congreso y la debilidad del proyecto nacional de Yolanda Díaz.

Sánchez sigue haciendo de la necesidad virtud, y habiéndose roto por tercera vez los planes previstos al inicio de la legislatura, calcula que mejor continuar con presupuestos prorrogados, que Salvador Illa saldrá victorioso de la contienda y Puigdemont rebajará sus continuas exigencias porque obtendrá un mal resultado. ¿Y si todo eso no sale cómo los protagonistas especulan? Están dejando a la táctica lo que tendría que ser el espacio de la estrategia, están rediseñando tableros constantemente en base a previsiones que además van unidas unas a otras, y en cualquier momento la realidad les contesta con un bofetón.

El olfato político y las maniobras partidistas son imprescindibles para sobrevivir, pero reducir el proyecto de país sólo a estas habilidades hace imposible que salga una propuesta de futuro. Más denuncias que reuniones, más comisiones de investigación que iniciativas legislativas, más búsqueda de responsabilidades en los otros niveles de la administración que en el tuyo. De Portugal, de donde siempre aprendemos tanto, podríamos ver que no siempre antes es mejor, unas elecciones anticipadas tras una dimisión prematura del presidente Costa ha dado la victoria a la oposición y ha arrojado el mejor resultado de la ultraderecha en ese país.

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