Un equipo, como le ha sucedido al Real Zaragoza en las últimas seis jornadas, no pasa de sumar 13 puntos de 54 posibles a reunir 13 de 18 por generación espontánea o fruto de razones azarosas. Una transformación tan profunda, de semejante calado, es más bien el resultado de un proceso regenerativo bien estudiado y sustentado. Hay detrás unas causas que originan unas consecuencias. La principal clave, el motor del cambio, tiene nombre y apellidos: Juan Ignacio Martínez. Sobre su figura hay que situar las responsabilidades de la metamorfosis que ha sufrido el Real Zaragoza. Sobre su figura y sobre quien lo contrató, que firmar un entrenador no es tarea tan simple. Con remitirse a los hechos es suficiente para entenderlo.

JIM ha cambiado al Real Zaragoza. El ser humano es cuerpo y mente y el entrenador alicantino, un hombre de dilatada experiencia, con los códigos universales del fútbol y de sus vestuarios interiorizados, ha dado en la diana. Ha tocado la fibra sensible en la cabeza de una plantilla cuyo nivel no daba para aspirar al objetivo inicial del verano, especialmente por las pifias en la contratación del Toro Fernández y de Vuckic, pero que sí escondía más rendimiento del que sus predecesores habían conseguido sacarle.

JIM ha trabajado en dos planos. El psicológico, con un éxito rotundo a la vista: ha recuperado anímicamente a sus jugadores, que ahora creen en sí mismos. Y el futbolístico. Ha dado con un equipo capaz de sumar victorias, un once prácticamente fijo, continuista de semana en semana, en la elección de cuyos nombres ha utilizado fundamentalmente el sentido común y la lógica más aplastante. El rompecabezas anterior a su llegada, con constantes cambios de sistema y de jugadores en las alineaciones, es ahora un anillo ajustado al dedo. Con los mismos hombres que al inicio de Liga, sin apenas incidencia de los tres fichajes de enero (solo Álex Alegría es titular y aún no ha brillado), está consiguiendo resultados antagónicos.

JIM ha ordenado el desorden. Ha dado galones a Francés y a Jair en el centro de la defensa. La respuesta del canterano está siendo extraordinaria. Vigaray, reestablecido de sus lesiones, ha elevado también el nivel en su área. La pareja Eguaras-Francho ha casado y Narváez ha mantenido su vital trascendencia en este equipo escorado a la izquierda, pero llegando al gol e influyendo mucho más en el juego colectivo.

El calendario también ha ayudado. Era el momento y JIM lo ha aprovechado. Ahora el Real Zaragoza ha construido una nueva dinámica. Y las dinámicas en el deporte también ganan partidos.