El Zaragoza no encuentra el camino de las victorias y se diría que cada vez vive más lejos de ellas, que poco a poco su juego, por momentos clarividente y hasta exuberante, aunque sin eficacia, hace unas semanas, se vuelve cada día más vulgar. Ante el Oviedo dio otra muestra de su incapacidad para marcar y esta vez dejó la puerta a cero para volver a no ganar (0-0), aunque es verdad que tampoco pierde. Lleva cinco encuentros sin hacerlo, pero solo suma ocho puntos en las mismas jornadas, un dato claramente insuficiente para un equipo que se está perdiendo en medio de demasiadas jornadas sin triunfo y de una sensación de bailar al son de una tortuga en una danza que no alcanza para la zona noble.

A estas alturas, es evidente que el plan de JIM, su idea, está dibujada, si bien en las últimas semanas han aumentado sus vaivenes en el once, en un Zaragoza que quiere y que no puede. O no sabe, lo que es hasta peor. El equipo, en la zona de ataque, tiene un déficit de calidad terrible que en partidos como el del Oviedo se subraya más porque las ocasiones de peligro fueron muchas menos. Ni la mejor entrada en La Romareda en año y medio, en un aforo sin limitaciones, ni un público entregado ayudaron a este Zaragoza que sigue sin ganar en casa y que solo ha sumado tres puntos en cuatro partidos en su feudo. Y ahora llega el derbi ante el Huesca...

JIM movió el once como avisó cambiando las alas, con los regresos de Gámez y Chavarría, metiendo más profundidad en el medio con Vada y dando la enésima oportunidad a Bermejo, además de mantener a Iván Azón como referencia y a Narváez en el banquillo, con esa lumbalgia de la que parece no estar tan recuperado, ante un Oviedo con el guion previsto y con el plan esperado, un rival junto y rocoso que buscaba las transiciones rápidas sobre todo a través de Borja Sánchez, que desde el principio fue una amenaza para Gámez.

Posesión estéril

El Zaragoza no tardó en hacerse dueño del balón, porque no le importó a su enemigo en absoluto dárselo. Eso sí, poco provecho sacaba el equipo de JIM de esa posesión, con un juego demasiado atascado y sin velocidad para desarbolar a la defensa rival. Así, el Oviedo no sufría para atar en corto a Azón y para anular a un anárquico Nano Mesa, tampoco para dejar en nada las apariciones del siempre burbujeante y muchas veces insustancial Bermejo. 

El peligro zaragocista solo se daba en algún robo o en una acción que pillara desordenada a la zaga rival. Y ahí Vada sí tenía su zona de influencia más clara. Una recuperación del argentino, que había probado primero con un fuerte disparo lejano, acabó en el remate desviado de Zapater, esta vez menos lúcido. Otro intento de Vada, también sin tino, fue la última señal zaragocista en ataque, ya que el último cuarto de hora el partido se adentró en un oscuro túnel para aumentar la sensación de fealdad que tenía el pleito. El Zaragoza no podía y el Oviedo aguardaba su ocasión, con Borja Bastón atado en corto por un Francés siempre firme.

Al descanso se llegó con un remate de Viti desviado y con la sensación de que el Zaragoza necesitaba mucho más para superar a un enemigo tan bien trabajado. Volvió a agitar JIM la coctelera en el intermedio, con Francho y el debutante César Yanis y sin Zapater y Nano Mesa. El Zaragoza mejoró, más agitado por el panameño y profundo por el costado de Chavarría, que puso dos centros con peligro. Bermejo, mejorado, estuvo cerca del gol en un disparo con intención que tocó Yanis y la salida de Juanjo Narváez, más nervioso que incisivo, puso al madrileño en el medio para intervenir algo más. Un disparo en la frontal de Vada y un balón que no supo rematar bien Jair fueron las ocasiones de mayor peligro para el Zaragoza ante un Oviedo en el que Pombo fue recibido con división de opiniones y Ziganda metió cambios defensivos, con Javi Mier y sobre todo Arribas para un resultado que daba por bueno.

Con Álvaro Giménez y Adrián como últimos y nulos recursos, con Francés completando un partido sensacional atrás y con la incapacidad del Zaragoza para derribar el muro oviedista se consumieron los últimos minutos, en los que Montiel amenazó con un remate a Cristian, casi inédito todo el partido. Ese tramo final, mal gestionado de nuevo, no trajo nada más, solo la confirmación de que a este Zaragoza se le están apagando luces y que no encuentra el brillo de las victorias. A este ritmo tortuguesco, la oscuridad se terminará por hacer mucho más profunda. Que nadie lo dude. 

Ficha técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Fran Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Eguaras; Bermejo (Adrián, m.88), Zapater (Francho, m.46), Vada (Alvaro Giménez, m.76), Nano Mesa (Yanis, m.46); e Iván Azón (Narváez, m.69).

Real Oviedo: Femenías; Lucas, David Costas, Dani Calvo, Mossa (Arribas, m.84); Jirka (Montiel, m.58), Jimmy, Brugman (Matheus Aias, m.84), Borja Sánchez (Javi Mier, m.69); Viti (Pombo, m.69) y Borja Bastón.

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Árbitro: Milla Alvéndiz (Comité Andaluz). Amonestó con tarjeta amarilla a Eguaras y a Narváez, por los zaragocistas, y a Dani Calvo, Mossa, Jimmy, Brugman, Marheus y Costas por los visitantes.

Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada de Liga de Segunda división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante 16.890 espectadores.