El derbi aragonés

SD Huesca y Real Zaragoza, parecidos razonables

Huesca y Zaragoza se asemejan en estilo y varias premisas básicas, pero difieren en otras como el diseño de la plantilla o los recursos en vanguardia

Los capitanes Zapater y Pulido, junto a los árbitros antes del partido de la primera vuelta.

Los capitanes Zapater y Pulido, junto a los árbitros antes del partido de la primera vuelta. / ANGEL DE CASTRO

Jorge Oto

Jorge Oto

Son SD Huesca y Real Zaragoza dos equipos tan similares en varios aspectos como distintos en otros. El derbi mide las fuerzas de unas escuadras cuya forma de vida está sustentada sobre la seguridad, la sobriedad y la solvencia. En el uso de estas herramientas, el Huesca es un maestro. O más bien su entrenador, Cuco Ziganda, un exdelantero que edifica sus equipos desde el banquillo sobre una base de fortaleza defensiva que sitúa por encima de todo lo demás.

DESDE ATRÁS

Se diría que las escuadras de Ziganda son transparentes. Porque se sabe lo que van a dar y también lo que no. El Huesca, como el Oviedo de la pasada campaña, es un equipo serio que rara vez perderá la cabeza. Lo hizo en La Romareda, escenario del «borrón más gordo» de la temporada en palabras de Ziganda, amante del orden, el rigor y la solidaridad. 

El Zaragoza, por su parte, se lleva esforzando toda la temporada en mostrarse seguro y capaz. La portería a cero, ese empeño que el club transmite como necesidad perentoria desde hace varios años, también es la clave de todo para un equipo con problemas de identidad y de crecimiento como consecuencia de una manifiesta irregularidad que le mantiene anclado en la mediocridad durante toda la temporada y las anteriores. 

LA QUIMERA DEL GOL

Apenas cinco equipos han marcado menos goles que los dos aragoneses, que comparten la dificultad tanto para convertir como, en muchos casos, generar. El Zaragoza, martirizado por la sempiterna baja de Azón y el fiasco de Gueye, se refugia en un veinteañero que marca diferencias (Giuliano) y el máximo artillero del Huesca es un mediapunta (Juan Carlos). Arriba, eso sí, el Huesca posee más efectivos y más alternativas.

GALONES DEFINIDOS

Huesca y Zaragoza se parecen en el liderazgo aportado desde la portería por dos figuras esenciales. Andrés y Cristian, dos veteranos en estado de gracia, son indiscutibles para sus técnicos y para sus respectivas gradas, entregadas a dos metas que están entre los mejores de la categoría.

Las semejanzas alcanzan también a la capitanía, terreno labrado por Pulido y Zapater a lo largo de los últimos años. Ambos son clave en el vestuario pero también en el campo, donde el ejeano ha vuelto a ganar la partida a los demás: los que ya estaban y los fichajes llegados para hacerle desaparecer. Zapater siempre vuelve.. 

USO DE EFECTIVOS

Zaragoza y Huesca comparten mucho más. Ambos han utilizado ya a 29 efectivos de los que actualmente siguen en el club, entre ellos varios canteranos. En este sentido, el Zaragoza aventaja a un Huesca en cuyo once inicial no figuran ni canteranos ni aragoneses. En el Zaragoza, en cambio, medio equipo titular es de casa desde que Escribá asumió el mando. El técnico valenciano siempre ha contado con algún jugador de casa en el once inicial en la mitad de los últimos ocho partidos ha formado con cinco jugadores de campo de la tierra.

EL 4-4-2 DE CABECERA

El dibujo también es compartido. Tanto Escribá como Ziganda tienen en el 4-4-2 a su sistema de cabecera, aunque el navarro es menos inflexible a la hora de variar o modificar el esquema para pasar a utilizar los tres centrales a los que ha recurrido en varias ocasiones. Escribá renuncia a tocar el diseño más allá de la ubicación de un mediapunta (4-2-3-1) en contadas ocasiones. Ese manual de estilo incluye que ambos equipos se encuentren más a gusto a la carrera. Huesca y Zaragoza hacen daño a la contra mucho más que en estático, disciplina que no dominan.

PAVOR AL REMOLQUE

En ese escenario, con dos equipos con problemas ofensivos y obsesionados por echar el candado a su puerta, adelantarse en el marcador resulta esencial, como lo revela el hecho de que en las nueve victorias logradas por el Huesca el equipo oscense no ha encajado un solo gol. Siete de ellas por cierto, se saldaron por la mínima y casi siempre en El Alcoraz, terreno casi inexpugnable.

EL EXTREMO

Fisonomía, fortaleza defensiva, problemas con el gol, galones en la capitanía y en la portería o gusto por la carrera son parcelas compartidas por los dos equipos aragoneses, pero las diferencias entre ellos son tan notorias como sus semejanzas. Para empezar, el diseño de la plantilla del Huesca cuenta con una figura inexistente en el Zaragoza: el extremo puro. En el equipo blanquillo, los atacantes de banda carecen de profundidad, desborde y llegada hasta la línea de fondo. Se impone la banda cambiada y las diagonales hacia dentro. La carencia, evidente en verano, no se suplió en invierno, aunque la llegada de Bebé sí aportó algo distinto: llegada y gol. El Huesca, en cambio, se mantiene fiel a la existencia de esa pieza representada por Ferreiro hasta el año pasado y que ahora encarnan Valentín o Joaquín, extremos de los de toda la vida.

LATERALES DISTINTOS

Más allá de la referida diferencia entre el número de delanteros de unos y otros y de la mayor flexibilidad de Ziganda en el dibujo así como en el mayor uso de canteranos por parte del Zaragoza, ambos equipos también difieren en la solvencia mostrada por sus laterales. Allí, Ratiu y Florian Miguel son fijos en un Huesca en el que han jugado la práctica totalidad de los partidos. En el Zaragoza, en cambio, el vaivén es continuo. Por el derecho han pasado ya Gámez, Larra y Luna y solo el canterano ha transmitido fiabilidad. Su lesión sitúa a Gámez, ante una nueva oportunidad. En el izquierdo, la cantera también ha ganado la partida y Nieto, ya fijo, ha convencido a Escribá de que debe ser el titular por encima de un Gabi Fuentes demasiado intrascendente.