La actualidad del Real Zaragoza

Zapater: "Aquí acaba el sueño de un chico de Ejea, he dejado huella"

El capitán se despide entre lágrimas sin tener claro si colgará las botas. "He logrado que la gente sienta que un aficionado ha jugado en el Zaragoza. Siempre fui un elegido"

Zapater muestra, emocionado, el escudo del Zaragoza dibujado por uno de sus hijos.

Zapater muestra, emocionado, el escudo del Zaragoza dibujado por uno de sus hijos. / ÁNGEL DE CASTRO

Jorge Oto

Jorge Oto

Primero entró Alberto Belsué, actual delegado y perfecto conocedor de lo que en esos momentos estaría pasando por la cabeza de ese buen amigo que accedería minutos después a una sala de prensa repleta. No faltó nadie. O pocos. El presidente, por ejemplo. Ahí estaban su mujer, la plantilla al completo, el cuerpo técnico, servicios médicos y fisios, responsables de la cantera y, por supuesto, Juan Carlos Cordero, Raúl Sanllehí y los consejeros Forcén y Llop, además de Mariano Aured, director financiero. Nadie podía faltar a una cita histórica. Incluso Luis Carlos Cuartero, hasta esta temporada director general de la entidad, acompañó en el adiós al tercer jugador con más partidos disputados con la camiseta del Real Zaragoza: el capitán Alberto Zapater.

"Uno nunca quiere que llegue este día, pero me voy feliz. No me quedan espinas clavadas, lo he dado todo y no quiero que parezca que estoy triste"

El ejeano tomó asiento con ese semblante serio que le caracteriza. Nada redactado ni preparado más allá de un par de dibujos de sus hijos que sintetizaban la vida de Alberto: familia y el Real Zaragoza. Ahí, al presentar las obras de Óliver y Alejandra, llegó, tras un largo suspiro, el primero de numerosos llantos. Lágrimas que advertían de un adiós del que, seguramente, aún no es consciente. "Yo ayer estaba pensando en el entrenamiento de hoy y hoy pienso en el partido del viernes, que hay que ganar". Genio y figura.

Así es Zapater, un futbolista que asegura sentirse "un privilegiado, un afortunado. Siempre creí que era un elegido" desde que comenzó a darle patadas a un balón. "Fui un niño con una ilusión y he conseguido que la gente sienta que un aficionado ha jugado en el Real Zaragoza. No soy rápido, no soy excepcional con la derecha y Carlos Rojo (su entrenador en juveniles) me preguntaba para qué tenía la izquierda, pero la gente se ha visto reflejada en mí. Como Víctor Muñoz (su gran valedor y el que le ascendió al primer equipo desde el juvenil). He dicho que no iba a nombrar a todos mis entrenadores, pero con él sí tengo que hacerlo", subrayó. ”En fin, que no he sido para tanto, pero he tenido pasión por el fútbol y eso es lo que me ha hecho dar ese plus ante las adversidades”.

"No soy rápido, no soy excepcional con la derecha y Carlos Rojo (su entrenador en juveniles) me preguntaba para qué tenía la izquierda, pero la gente se ha visto reflejada en mí"

Cada recuerdo, cada evocación, cada alusión a su familia venía escudado por un llanto reparador. Especialmente emotiva fue la alusión a su padre, Pablo, fallecido hace años. "Mi papá hizo todo. Vi cómo se ganaba la vida y me inculcó que las cosas costaban esfuerzo. Hoy no está aquí, Siento que he dejado huella, como en esa película de Disney, ‘El viaje de Arlo’, que tanto me gusta", valoró el capitán, entregado a su mujer, María (“gracias por permitirme seguir anteponiendo el Zaragoza a vosotros”),su madre, sus hijos, sus tíos y su hermano “que me quiere como a nada”. Y, por supuesto, al Zaragoza. "Soy lo que soy gracias al Real Zaragoza, que lo es todo. Me ha permitido cumplir ese sueño de un chico de Ejea que ahora termina, pero la vida sigue".

La duda

Aunque Zapater sigue dudando. Su etapa en el Zaragoza acabará el viernes pero no está claro si también lo hará su carrera deportiva. "Hay quien me dice que disfrute. Sé que lo voy a pasar mal y ahora no acepto que en tres días no me pondré unas botas pero puede ser que suceda. Lo tengo que ver con mi familia", aunque tiene claro, eso sí, que, en caso de seguir en activo, no será en España. "No me veo en otro sitio en España. He hecho todo lo que he hecho, superando lesiones y otras adversidades, por jugar en el Zaragoza", asegura el aragonés, que, como aprendió de niño, apeló a tres aspectos: por favor, perdón y gracias. “Pido perdón a los que crean que no he estado a la altura y doy las gracias a los que han compartido este sueño conmigo”.

"No me veo en otro sitio en España. He hecho todo lo que he hecho, superando lesiones y otras adversidades, por jugar en el Zaragoza"

Entre ellos figura un nutrido grupo de canteranos que heredarán del capitán un legado sagrado. A ellos y a los que han de venir, Zapater exige compromiso y carácter. Nobleza y valor. “Tienen que saber lo que significa estar en el primer equipo. A veces suben a entrenar y se le da naturalidad. Hasta que cojo a uno y le digo que ya no está viniendo como el primer día y que el entrenador no le está poniendo porque no se come la hierba. Y cada día tienes que comerte la hierba. Muchos niños se van sin darse cuenta de que tienen aquí una increíble oportunidad de llegar al primer equipo porque las puertas están abiertas de par en par”.

“Pido perdón a los que crean que no he estado a la altura y doy las gracias a los que han compartido este sueño conmigo”

Zapater se marcha. Y lo hace sereno, tranquilo y en paz. "Uno nunca quiere que llegue este día, pero me voy feliz. No me quedan espinas clavadas, lo he dado todo y no quiero que parezca que estoy triste. Nunca imaginé todo lo que he vivido. Gracias. Aúpa Zaragoza". El aplauso fue estremecedor. El capitán recogió los dibujos, se levantó y, seguido por la tropa al completo, se marchó no sin antes dejar la última orden a su batallón. “El viernes hay que ganar y hacerlo como toca. Esto es el Zaragoza”.