La actualidad del Real Zaragoza

Todos quieren a Zapater

El ejeano vive su primera semana tras el adiós en una vorágine de requerimientos y peticiones. "Sigo levitando desde mi despedida, lo de la gente es increíble. Estoy en deuda con ellos", afirma

Zapater, junto a su hijo Óliver durante el homenaje al capitán tras el partido ante el Tenerife.

Zapater, junto a su hijo Óliver durante el homenaje al capitán tras el partido ante el Tenerife. / ANGEL DE CASTRO

Jorge Oto

Jorge Oto

"Es una locura, una auténtica locura». Alberto Zapater admite que la primera semana tras su adiós al Real Zaragoza ha sido una vorágine de sensaciones y sentimientos a flor de piel. Las incesantes muestras de cariño hacia el capitán en la calle y desde numerosos colectivos han desbordado todas las previsiones. También las del propio jugador y su familia, todavía con el corazón encogido tras lo vivido hace diez días en La Romareda. «Sigo impresionado. Estoy en deuda con la gente por todo ese cariño que me mostró», asegura el futbolista, que aún no ha tomado una decisión acerca de un futuro que parece debatirse entre una nueva y última etapa en el extranjero o la retirada definitiva.

Desde aquel inolvidable 26 de mayo, Zapater, que ha acudido en un par de ocasiones a entrenar a la Ciudad Deportiva previa autorización del club, ha sido objetivo de un aluvión de solicitudes, requerimientos y peticiones realizadas desde numerosos colectivos deseosos de contar con la emblemática figura del aragonés. A él se han dirigido colegios interesados en una charla del capitán hacia sus alumnos para transmitir unos valores presididos por la humildad y el trabajo. También campus que consideran a Zapater el espejo perfecto para los niños. O clubs deportivos en busca de su firma en el libro de honor, o de unas palabras o una imagen que guardar para siempre. Y las peñas, por supuesto, que preparan una sorpresa para el capitán.

Todos quieren a Zapater. También numerosos barrios de Zaragoza y pueblos que le han trasladado su deseo de que sea el pregonero en las próximas fiestas. O los medios de comunicación, con los que ya ha concertado varias citas para los próximos días. 

La avalancha de requerimientos ha sido tal que el futbolista se ha visto obligado a declinar gran parte de las invitaciones ante la imposibilidad de acudir a todas ellas. De hecho, al ejeano no le ha quedado más remedio que seleccionar aquello más difícil de rechazar o que no suponga un agravio comparativo. Entre los pocos actos a los que acudirá figura la gala del deporte universitario que se celebrará el próximo miércoles y en la que se reconocerá su trayectoria deportiva.

El móvil lleva echando humo desde la noche de autos. Aquella brillante despedida y el cariñoso tributo de La Romareda todavía brilla en los ojos de Óliver, seguramente, el otro gran protagonista de una noche para enmarcar. También de Alejandra, su hija, que todavía no ha podido sacudirse ese inoportuno virus que le visitó el día del homenaje a su padre y que, como todos, se resiste a despegarse de la familia. 

No hay días sin innumerables llamadas al teléfono del capitán. Y mensajes que continúan esperando una respuesta y que la tendrán cuando el tremendo ajetreo otorgue una tregua. Porque apenas ha habido descanso en estos nueve días en los que, eso sí, el móvil se quedó apagado en una ocasión. Fue el pasado jueves, día 1 de junio, una fecha especial. Porque ese día Alberto y María celebraron su décimo aniversario de una boda que tuvo lugar el mismo día en el que el Zaragoza firmó su último descenso.

La vida sigue, aunque todo es distinto. Zapater vive sus primeros días tras el adiós todavía en trance tras el éxtasis y la exaltación de zaragocismo que provocó su despedida en La Romareda, la avalancha de cariño y apoyo de su gente y el aluvión de peticiones y requerimientos. Todo el mundo quiere a Zapater. «Sigo levitando desde mi despedida. Lo de la gente es increíble. Alucinante», dice.