Real Zaragoza

El partido Zaragoza-Andorra se juega este sábado a las 16.15 horas

Las presiones derivadas de la compleja logística en torno a la transmisión televisiva mantuvieron en duda hasta la hora prevista de inicio la disputa de un encuentro que el Zaragoza siempre quiso aplazar

LaLiga obligó a agotar todos los recursos posibles para intentar jugar y el Andorra también era partidario de evitar la suspensión

Jorge Oto

Jorge Oto

La borrasca Juan y la cantidad de nieve caída en Zaragoza a lo largo de este viernes ha provocado la suspensión del encuentro programado para las 20.30 horas entre el Real Zaragoza y el Andorra en La Romareda. La jueza del Comité de Competición ha anunciado, casi a la 1 de la madrugada, que el choque se jugará este sábado a las 16.15 horas.

La amenaza del aplazamiento comenzó a extenderse a primera hora de la tarde como consecuencia de la gran cantidad de nieve acumulada en la capital aragonesa, donde los primeros copos comenzaron a caer a partir de las 13.00 horas para ir a más conforme avanzaban las horas hasta que la ciudad quedó envuelta en un copo blanco. También, por supuesto, La Romareda, cubierta por un manto que, a tres horas del comienzo del partido, ya hacía prever el aplazamiento.

Y eso que, al principio, en el club no se contemplaba la suspensión. Las previsiones que manejaba la entidad advertían que la nieve dejaría paso a la lluvia a lo largo de la tarde y, por consiguiente, el encuentro podría disputarse. Sin embargo, el panorama fue cambiando conforme se acercaba la horas del partido hasta el punto de que, a las 17.00, la suspensión ya era la opción más probable.

Pero todo estaba en manos del árbitro. A poco más de dos horas del choque, la nieve empezó a remitir. Para entonces, los operarios llevaban ya un rato trabajando en despojar al césped de ese manto blanco y en volver a trazar las líneas en previsión de que el partido pudiera disputarse. La incertidumbre crecía.

El Real Zaragoza contemplaba todos escenarios, si bien el aplazamiento ganaba enteros ante las condiciones en las que se disputaría el encuentro y las dificultades provocadas, sobre todo, para los aficionados que tenían previsto desplazarse a La Romareda desde otros puntos de la comunidad. El mal estado de las carreteras (algunas de ellas cortadas) y el riesgo de accidentes inclinaban la balanza hacia una suspensión cada vez más factible.

El terreno de juego, completamente nevado.

El terreno de juego, completamente nevado. / JORGE SERRANO

A dos horas del partido, Cid Camacho, colegiado de la contienda, se presentó junto al resto del equipo arbitral en el estadio para evaluar el estado del terreno de juego. Allí seguían trabajando los operarios del club en la retirada de la nieve acumulada sobre el césped y en la marca de las líneas de banda, centro del campo y las áreas, con el VAR y la necesidad de asegurar el correcto trazado de las líneas destinadas a evaluar jugadas polémicas, como uno de los principales argumentos para decidir. Mientras, los dos clubs y LaLiga mantenían el diálogo en el que el Real Zaragoza primaba la integridad física tanto de los jugadores como de los aficionados, perjudicados, asimismo, por la supresión de líneas de autobús en la ciudad. El club aragonés se había decantado por la suspensión. El Andorra, en cambio, se inclinaba por jugar.

LaLiga imponía esperar apelando a la dificultad para reorganizar la logística relacionada con la transmisión televisiva del encuentro ya que camiones y trabajadores debían estar presentes, este sábado, en el campo del Espanyol para proceder a la transmisión del encuentro entre el equipo catalán y el Villarreal B, a las 18.30 horas.

Por todos los medios

Comenzaban, en todo caso, a evaluarse las posibles alternativas, entre ellas, la disputa del encuentro el sábado o el domingo aprovechando que la previsión metereológica suprime la nieve en la capital durante el fin de semana y, de este modo, se evitaba que el Andorra tuviera que volver a casa para emprender un nuevo desplazamiento más adelante. El Zaragoza, sin embargo, estaba en desventaja.

A las 19.00 horas, 90 minutos antes del comienzo del partido, el autocar del Andorra aparcaba en las inmediaciones de La Romareda justo cuando la nieve volvía a hacer acto de presencia si bien en forma de aguanieve y en mucha menor cantidad que en las horas previas.

A menos de hora y media de la hora programada para el comienzo del choque y ya con el autocar del Zaragoza aparcado en La Romareda, seguía sin haber notificación oficial acerca de la disputa o no del encuentro. A las 19.10, es decir, a poco más de una hora del inicio del duelo, un tractor con pala destinado a acelerar en la retirada de la nieve acumulada sobre la hierba, irrumpía a las puertas del estadio con el objetivo de agotar todas las posibilidades para que el encuentro se disputara.

Pero la nieve volvía a caer. Eran casi las 19.30 horas y LaLiga presionaba para apurar todas las opciones. Incluso, se contemplaba retrasar una hora del inicio del partido para tener más tiempo para retirar los copos. Mientras, los aficionados desconocían si valía la pena salir de casa o no con destino a La Romareda. Puro esperpento. Faltaba menos de una hora para las 20.30 horas y aún no se había tomado una decisión más allá de intentar jugar por todos los medios. LaLiga, el VAR y las televisiones imponían su ley.

A las 19.45 horas, se abrían las puertas de La Romareda para permitir el acceso del público. La posibilidad de la suspensión se reducía, así como las esperanzas de un Zaragoza que, aun entendiendo el problema generado con la televisión, clamaba con rendirse a la evidencia que advertía de la irresponsabilidad de no aplazar el choque. A las 20.00 horas, el Andorra comunicaba oficialmente que el partido no iba a comenzar a las 20.30 horas. Los focos apuntaban a Cid Camacho, el encargado de tomar la decisión definitiva. Al fin el Zaragoza, a las 20.10, daba señales de vida. "El partido que el Real Zaragoza tenía que disputar frente al Andorra en La Romareda a las 20.30 horas, sigue todavía bajo valoración debido a la gran nevada que ha caído en Zaragoza, por lo que, de jugarse hoy, no será a la hora fijada", indicaba en un comunicado oficial mientras más máquinas se incorporaban a unas tareas que también contaban, incluso, con la colaboración de los recogepelotas pala en mano.

Finalmente, pasadas las 20.30 horas, se decidía la suspensión. Se imponía la lógica. A pesar de todo. El colegiado al fin se convencía de que no era posible jugar para enfado del Andorra, que consideraba que el Zaragoza no había hecho todo lo posible para que el partido pudiera disputarse.