Víctor Fernández y la guerra con un ejército de jugadores de Playmobil

Víctor Fernández ha vuelto para ir a la guerra con un ejército de jugadores de Playmobil, rígidos y con poco alma, que además llevan pistolas de agua en la cartuchera. De momento, el resultado es parecido al de sus predecesores.

Toni Moya, en una acción del partido ante el Mirandés ante Álvaro Sanz.

Toni Moya, en una acción del partido ante el Mirandés ante Álvaro Sanz. / CARLOS GIL-ROIG

Sergio Pérez

Sergio Pérez

En su segunda rueda de prensa tras el regreso al club de su vida, días después de aquella que quedará en el recuerdo por la angustia del entrenador y las dificultades hasta para hablar producto de la emoción del momento, Víctor Fernández dejó ya algunas perlas muy suyas. Llamaron la atención varias, todas con la intención de romper con los modos y maneras del pasado más reciente. Hoy nos detendremos especialmente en una. Esto explicó el técnico que les había dicho a sus jugadores para referirse a las 30 primeras jornadas de Liga. “No me jodas, os he estado viendo partidos porque soy zaragocista y tengo que verlos, pero si no hubiese sido zaragocista no hubiera puesto la tele”.

Algo así, o no muy distinto, es lo que seguramente el propio Víctor habrá pensado en Miranda después del partido, saldado con un empate a cero goles. La primera parte fue para verla. O, mejor dicho, para no verla. En la segunda, el Real Zaragoza mejoró, pisó más el área rival, dominó la escena y, como consecuencia de ello, produjo alguna cosa. Por ejemplo, Maikel Mesa tuvo algunas opciones con dos disparos en buena disposición para hacer gol. No lo logró.

En su presentación, el entrenador prometió un fútbol reconocible con su estilo de siempre: posesión, control, dominio, de ataque, valiente y con llegadas. Nada de eso se ha visto en las dos primeras jornadas que ha dirigido, acaso ligeramente en la segunda mitad contra el Espanyol favorecido por el plan de partido de los catalanes, replegados en su área tras el 0-1 inicial y tímidamente en Miranda en el segundo acto. De momento, sigue sin ganar y ha sumado un punto de seis y su Zaragoza no ha marcado. Igual de preocupante que lo anterior, aunque en el contexto en el que está el equipo el empate de este domingo es uno más, no dos menos.

Fran Escribá no consiguió hacer funcionar al Zaragoza. Julio Velázquez fracasó en su intento de enmienda después de un aterrizaje correcto. Víctor Fernández lleva dos jornadas sin conseguir frutos. El problema, por lo tanto, trasciende al banquillo. Con el aragonés, el equipo tampoco ha generado fútbol, ni ha producido grandes ocasiones y las pseudo oportunidades de las que ha disfrutado no las ha transformado.

En Anduva, el aragonés le dio la alternativa a Liso como titular por la ausencia de Mollejo y el canterano fue de lo mejor, lo que dice lo que dice del resto. Adrián estuvo siempre intuitivo y vertical. Además, mantuvo a Mouriño de lateral derecho castigando de nuevo a Gámez, introdujo a Marc Aguado por Francho y conservó a Bakis y a Maikel Mesa arriba. El turco se volvió a ir sin anotar. Azón, Vallejo y Pau Sans fueron las armas para buscar la reacción. El resultado global fue parecido. Víctor Fernández ha vuelto para ir a la guerra con un ejército de jugadores de Playmobil, rígidos, con poco alma y con la confianza absolutamente perdida y muy impersonales. Para colmo llevan pistolas de agua en las cartucheras.