La palabra piropo procede etimológicamente del latín pyropus, que podía significar tanto piedra de color granate brillante como aleación de cobre y oro, y que a su vez proviene del término griego antiguo pyropós. Y de piedra preciosa pasó a emplearse como elogio a la belleza física. Con ese sentido aparece ya en la Real Academia de la Lengua en 1843, años después de que empezara a ser empleada por diferentes escritores.

Dando un salto mortal en el tiempo llegamos al landismo, al arturofernandismo ("¡Chatina!"), que dieron una imagen más o menos blanca del piropo español: el macho que no puede dejar de intentar seducir, pero que en apariencia resulta simpático e inofensivo.

Vídeo viral

En EEUU, el piropo o catcall es objeto de debate y polémica, especialmente después de que en noviembre se hiciera viral un vídeo que mostraba cómo más de 100 hombres se dirigían a una chica que paseaba por las calles de Nueva York con actitudes que rozaban el acoso, informa Idoya Noaín. Según datos de Beth Nielsen, profesora de Sociología y autora de Licencia para acosar: derecho, jerarquía y discurso público ofensivo, dos tercios de las mujeres estadounidenses dicen que escuchan comentarios dirigidos a ellas cada día, mientras que los hombres creen que estos se producen con una frecuencia inferior. El acoso está legislado en muchos estados, pero no el piropo en sí.

No es fácil ver a los habitualmente discretos y fríos hombres alemanes piropear a las mujeres por las calles, informa José María Frau. Los alemanes reservan sus cumplidos para las situaciones en las que pretenden entablar una relación, ya sea estable o esporádica, con una mujer. Entonces, intentan ser imaginativos y originales y, por supuesto, no groseros ni agresivos.

En Italia, hacer con insistencia una caída de ojos a una mujer puede costar 200 euros de multa. Insinuársele, aunque sea en un contexto laboral distendido, equivale a una injuria. Es suficiente seguir por la calle una sola vez a una mujer, mientras se le lanzan piropos, para incurrir en un delito, informa Rossend Domènech.

Singulares sentencias

En los últimos 15 años, el Supremo italiano ha emitido numerosas sentencias que han provocado polémicas. "Responder a un epíteto con una sonrisa no autoriza al hombre a considerar que sus bromas sean toleradas o incluso agradecidas", advierte el Supremo, que condenó a cuatro años por abuso de autoridad y violencia grave a un empresario por contratar a mujeres sobre cuyas características físicas pronunció cumplidos al presentarlas a la plantilla.