El olor de pies y de calzado es de los más molestos de todos. Al final depende de muchos factores, como por ejemplo de la temperatura externa, de la capacidad de los zapatos o zapatillas para transpirar y dejar circular el aire, de la propia sudoración de la persona que los lleva, del grosor de los calcetines (ya que cuanto más, más calor y sudor)...

En definitiva, hay muchas variables. Hay personas que tienen una tendencia natural a que les huelan los pies y, además, el olor se queda pegado al calzado.

Aunque hay productos específicos en el mercado que están destinados a bloquear la generación de bacterias, como por ejemplo sprays que actúan como desodorantes o polvos que se encargan de absorber toda la humedad y que además cuentan con un buen aroma, también se pueden emplear algunos remedios caseros, esos que toda la vida han funcionado y que siguen siendo muy efectivos hoy en día.

Los más efectivos

Remedios para eliminar el mal olor del calzado hay muchos. El más seguido y el que debería ser básico, la base de todos los remedios, es llegar a casa y ponerlos a "respirar" al sol y al aire libre, es decir, en la terraza, en la ventana o donde puedas. Así no solo se secarán por el calor, sino que el olor se irá.

Otro truco que no es tan seguido por motivos obvios pero que es muy efectivo porque también acaba con las bacterias encargadas del mal olor es meterlos en el congelador. Ahora bien, si no quieres que contamine la comida, mételos en una bolsa. De todos modos, mejor al sol.

Para tratar de quitar el sudor lo máximo posible de manera rápida se pueden emplear algodones o papeles de periódico, ya que tienen una gran capacidad de absorción.

Polvos mágicos

Si quieres ir un paso más allá, hay dos polvos que serán muy efectivos, porque tendrán la capacidad de absorber la humedad y son los polvos de talco y el bicarbonato, uno de los grandes ases de la limpieza y que sirve para todo. La clave es echarlos en cuanto te quites el calzado y dejar que reposen por toda la noche.

Aporta olor

A veces no basta solo con retirar el mal olor, también se le puede dar un buen aroma de otros modos. El método más clásico y de toda la vida es aprovechar las pieles de los cítricos como el limón, la lima o la naranja. Ahora bien, también puedes emplear las bolsas de té que ya no emplees.