El parque Grande-José Antonio Labordeta está este fin de semana de celebración. Esta inmensa zona verde de Zaragoza acoge el festival ZGZ Florece, una cita que ha llenado de sonido y color un entorno que lleva siendo el pulmón de la capital aragonesa desde los años 20 del siglo pasado. Con más de 270.000 metros cuadrados, en este inmenso jardín hay un total de 22 conjuntos escultóricos según el catálogo municipal, pero no todos se pensaron desde un principio para lucirse en el parque Grande, que se ha convertido ya en el cementerio de monumentos de la ciudad. Lo que no saben dónde colocar acaba ahí.

Es el caso de la conocida como Fuente de la Princesa o de Neptuno (primera imagen de la fotogalería que acompaña esta noticia), que hoy ocupa un lugar significativo dentro del parque. Esta fue la primera fuente de agua potable que hubo en Zaragoza y se colocó, en el año 1833, en conmemoración del juramento como princesa heredera del trono de España de la que después fue la reina Isabel II. Su primer emplazamiento fue la actual plaza de España, que entonces se denominaba de San Francisco, y las aguas no llegaron a sus chorros hasta 1845.

El conjunto fue realizado por el escultor alcañizano Tomás Llovet (1770-1842) y está inspirada en la fuente de Neptuno de Madrid. La estructura, debido a las necesidades de ampliar la plaza en la que se situaba y por la construcción del monumento a los Mártires, fue desmontada en 1902. Su primer destino fue Balsas de Ebro Viejo pero, pero ante la escasez de recursos del ayuntamiento, los restos de la fuente se almacenaron hasta el año 1935.

La fuente de Neptuno (a la que actualmente le falta un brazo) se volvió a montar en la Arboleda de Macanaz y, finalmente, en 1946, se instaló en su actual emplazamiento en el parque José Antonio Labordeta, entonces Primo de Rivera.

El Quiosco de la Música, inaugurado en la Exposición Hispano-Francesa de 1908, ha estado en la plaza de Los Sitios, en el paseo Independencia y en el Parque Grande

Un camino similar ha llevado el monumento conmemorativo de la Exposición Hispano-Francesa que honra también la memoria del pensador Basilio Paraíso, impulsor de esta cita que tuvo lugar en 1908. Este imponente conjunto de mármol, piedra y bronce (ver imagen 2) se inauguró en el actual paseo Pamplona en 1910, cerca de la Facultad de Medicina, como se puede contemplar en la fotografía de esta página (arriba a la izquierda). En 1947 fue desmontada por necesidades de tráfico y se llevó al Parque Grande, donde hoy yace algo degradada. 

También muchos tumbos ha dado el Quiosco de la Música, que este fin de semana acoge los conciertos del festival ZGZ Florece y que en 2008 fue catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). El conjunto, «uno de los mejores ejemplos del modernismo zaragozano» según Patrimonio de la DGA, fue diseñado por los hermanos José y Manuel Martínez de Ubago y Lizarraga y se inauguró en la actual plaza de Los Sitios en 1908 para la Exposición Hispano-Francesa.

En mal estado

El Quiosco de la Música se ha movido ya de lugar hasta en tres ocasiones: en 1912 fue trasladado al Paseo de la Independencia y, en 1924 volvió a su ubicación original en Los Sitios. «En los años 60 –explica Patrimonio– fue de nuevo trasladado al parque Grande José Antonio Labordeta, lugar en el que se encuentra actualmente» y que «lamentablemente pasa en cierto modo inadvertida al haber sido sacada de su contexto original».

La estatua en homenaje al tenor Fleta, sin embargo, siempre ha estado en el parque Grande aunque cuando se diseñó estaba previsto ponerla en la avenida que hace honor al cantante lírico aragonés. Fue el primer monumento que se dedicó al artista en Zaragoza y hasta su inauguración en 1979 pasaron tres años de tiras y aflojas entre el consistorio y el artista ejecutor (Ángel Bayod) porque no cuadraba el presupuesto y las arcas municipales no podían asumir el coste, que inicialmente era de 650.000 pesetas.

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En el parque José Antonio Labordeta, además, hay muchas otras esculturas y recuerdos, como el monumento al doctor Cerrada, en el que el que fuera alcalde de la ciudad aparece acompañado de un centauro; el dedicado al escritor y regidor de Huesca Luis López Allué (que no ha sido nunca inaugurado oficialmente a pesar de llevar en el parque 91 años); el busto de Simón Bolívar, donado por el Gobierno venezolano en los años 70 y que se inauguró con loas anticomunistas; y el conjunto que honra al actor Paco Martínez Soria.

Todas tienen en común que están vigiladas por Alfonso I El Batallador, una imponente figura de 6,5 metros de alto sobre un pedestal de 8,5, que tampoco ha sido nunca inaugurada y que preside el paisaje. Asimismo, todas tienen en común otro elemento: estuvieran pensadas para ser exhibidas y que en el parque Grande todas han sufrido la degradación que provoca el paso del tiempo, la falta de reparaciones y el vandalismo.