El Periódico de Aragón

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Las dos caras de un balcón: el puente de La Almozara de Zaragoza cumple 35 años

Desde la pasarela peatonal, acondicionada en 2009, el puente ofrece vistas del Pilar y de la Expo, pero por abajo su imagen deja mucho que desear.

El puente de La Almozara, con seis carriles destinados al tráfico de coches, fue inaugurado hace ahora 35 años cuando era alcalde González Triviño. ÁNGEL DE CASTRO

Hace 35 años, en 1987, se inauguró el puente de La Almozara de Zaragoza. Con sus tres carriles por sentido, esta infraestructura sustituyó al antiguo puente del ferrocarril, que unía las estaciones norte y sur de la ciudad. Hoy, una locomotora de acero inoxidable firmada por Antonio Martínez Santoja situada al inicio del cruce en la margen izquierda recuerda el pasado de esta mole de hormigón que hoy se puede transitar en coche, bici y andando.

Fue tras la implantación del ferrocarril en Zaragoza en el año 1861, cuando surgió la necesidad de unir las diferentes estaciones. Así que se construyó un puente que fue inaugurado el 1 de octubre de 1870.

En 1947, explica el ayuntamiento en su página web, y tras diversos problemas de estabilidad, Renfe encargó un nuevo puente de tres vías ferroviarias al ingeniero de caminos Eduardo Torroja. Pero después de años de servicio, en los 70 la supremacía de los ferrocarriles sobre el resto de medios de transporte se desvaneció, por lo que se planteó abrir el puente a los coches y autobuses.

El puente original era de 1870 y por él pasaba el ferrocarril. | GRAN ARCHIVO ZARAGOZA ANTIGUA

El consistorio se puso a trabajar y encargó las obras a la empresa Huarte S.A. y después de unos años, el puente de La Almozara se abrió al tráfico en 1987, siendo alcalde Antonio González Triviño, como todavía hoy recuerda una piedra situada al inicio del mismo en la margen derecha.

La construcción de esta nueva infraestructura, asimismo, también estuvo motivada por el crecimiento del que por aquel entonces era un barrio de nueva creación, el Actur. La necesidad de conectar ambas márgenes por un nuevo punto se hizo entonces evidente y, llevándolo aguas arriba, se buscaba también desviar tráfico del centro, dado que los puentes de Santiago y de Piedra eran cruzados por cientos de vehículos que se dirigían, directamente, al centro de la ciudad, con los problemas de tráfico que aquello conllevaba.

Después de años de intenso uso, en el 2009 el puente se transformó y la zona central se convirtió en un bulevar peatonal con carril bici.

Desde entonces, este puente es una de las salidas de la ciudad hacia Huesca, y también es uno de los mejores balcones de la capital aragonesa desde el que contemplar su skyline. La pena es que el ruido y el humo de los coches que circulan por los seis carriles que flanquean el camino para los peatones estorban a la hora de relajarse en uno de los bancos disponibles.

Desde la pasarela peatonal se puede contemplar una panorámica del recinto Expo. ANGEL DE CASTRO

Aún así, desde el puente se ve el Pilar a la perfección, mientras que si se mira río arriba la panorámica de la Expo parece hecha para una postal. Se agradece además que el paseo peatonal esté elevado con respecto a la calzada de los coches. Y también que tanto los bancos como el piso y el carril bici estén en muy buenas condiciones.

Pero no es oro todo lo que reluce. Debajo del puente, en la margen derecha, en La Almozara, el barrio que da nombre al cruce, hay un skatepark no demasiado frecuentado y en el que la basura se acumula.

El aspecto asalvajado de la vegetación de la ribera, con hierba y plantas que crecen sin mucho control, tampoco ayuda a conformar una imagen reconfortante, aunque para tratarse de los bajos de un puente, parece lógico pensar que uno no va a sufrir síndrome de Stendhal durante el paseo. No obstante, una década después de su última reforma, y ahora que se va a actuar en algunos puentes de la ciudad, podría ser un buen momento para revitalizar este entorno urbano.

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