LA ACTIVIDAD COMERCIAL EN EL CENTRO DE ZARAGOZA

La calle San Miguel ansía el final de las obras para su reactivación

Los comerciantes achacan a la reforma del descenso de las ventas y critican la poca información recibida / La 'cota cero' ya atrae a nuevos negocios antes de acabar pero sigue con una decena de locales vacíos

Gran parte de la calle San Miguel sigue pendiente de las reformas.

Gran parte de la calle San Miguel sigue pendiente de las reformas. / MIGUEL ANGEL GRACIA

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Diez meses después del inicio de sus obras, la calle San Miguel empieza a ver la luz. La reapertura de varios tramos a la circulación de vehículos y la transformación de parte de la vía en cota cero, es decir, con la calzada y la acera en la misma rasante; han aportado una nueva imagen a una de las arterias más transitadas del centro zaragozano. Y mientras avanza en su renovación, la actividad no se parece todavía, ni remotamente, a la que había antes de iniciar la reforma a la vez que nuevas firmas se han instalado en este comercial antes incluso de acabar las obras. La cara y la cruz del presente y futuro de un proyecto estratégico. 

Pasear por San Miguel sigue siendo atravesar pasarelas temporales y partes sin asfaltar, muchas de ellas rodeadas de escombros. Una situación que, preguntando a los viandantes, ha llevado a que el movimiento de la calle se haya reducido mucho en los últimos meses. «No es agradable andar por zonas con tantas obras y con mucho ruido entre semana», coincidían varios zaragozanos que aprovecharon la apertura comercial de ayer para explorar el centro de la capital aragonesa

Unas compras que prácticamente no se pudieron llevar a cabo en la calle San Miguel, donde muchos locales permanecieron cerrados. En la zapatería Carlos Reula sí que trabajaron, pero aseguraban «poco movimiento, por el frío y por la situación de la calle». Andrea, una de sus dependientes, señaló que «desde el inicio de las obras a la gente le cuesta mucho más venir a la tienda». En los momentos de mayor actividad frente a su puerta, «ni siquiera paseaban, y eso que esta calle siempre tiene mucha actividad». 

Esta zapatería ya tiene su tramo completamente renovado, algo que ha surtido efecto en el potencial cliente, según Andrea: «Con este tramo ya abierto de nuevo, se nota esa reactivación que tanto deseábamos».

Descendiendo hacia la plaza de San Miguel, Javier regenta un estanco, que también ha sufrido las consecuencias de las reformas. «Ha sido un año muy duro, porque lo hemos notado en las ventas», explica este vendedor, que reclama al consistorio mayor transparencia: «No tenemos mucha información sobre el avance de las obras o sobre su posible finalización». El último apunte de Javier señala que el asfaltado no es el final de todo: «Falta parte del mobiliario, como las farolas, y bastante limpieza»

El paseo por San Miguel lleva hasta el Bloody, donde por fin se puede escuchar a Jorge Drexler por encima de las obras, pues solo se atisban las vallas a varios metros de distancia. «¿Tú tomarías una copa en una terraza donde no deja de hacer ruido la maquinaria o de salir polvo por todos los lados?». 

Esa complicación es la que ha hecho que la campaña del Bloody no haya sido tan buena como esperaban, «porque la gente no ha podido disfrutar todo lo que quería y ha dejado de venir, es algo lógico». Con resignación, Jorge, uno de los camareros, señala que el acceso a la calle, «que sigue siendo muy complicado», es una de las causas de la falta de clientela.

Sin embargo, tras la barra prefieren ver el futuro en clave positiva: «La cosa ya se está reactivando, y cuando se complete del todo se podrá ver la resurrección total de la zona». El final, para él, sigue siendo incierto: «Ya sabes cómo son las obras en este país, se sabe cuando comienzan pero nunca cuando terminan».

El futuro de la calle

La imagen de San Miguel será muy diferente en solo unos meses. Y no por el final de la obra, que también, sino por los nuevos comercios que llegan hasta esta calle.

La reciente apertura de Primaprix, un supermercado con precios de outlet, es la última incorporación de calado a una vía que ha incorporado recientemente nuevos comercios. Uno de ellos, Buga Ramen, acerca la cocina asiática desde las fiestas del Pilar. 

«Los dueños tenían claro que querían abrir por esas fechas, independientemente del estado de la calle», explicó Sonia, una de las camareras del establecimiento. Con el tramo de calle ya renovado, Sonia aseguró que las consecuencias de los andamios y las máquinas nunca llegaron a ser un inconveniente real: «Estamos muy cerca del paseo de la Independencia y en una de las salidas de El Corte Inglés y somos un lugar de paso muy bueno para que la gente coma algo diferente y de calidad». «Además, se nota que San Miguel es una calle muy concurrida», completó. 

Pero el futuro de la calle San Miguel no pasa solo por los recién llegados, sino por los que se presupone que van a llegar. Una decena de locales busca un nuevo inquilino, casi todos por la vía del alquiler. Una situación que hace presuponer que el futuro de una de las zonas más comerciales del centro de Zaragoza pasa por nuevas tiendas y negocios que «resuciten», como decían en el Bloody, la actividad en la calle San Miguel. 

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