Con 101 años la voz de José Iranzo, el Pastor de Andorra (Teruel), se ha apagado hoy tras toda una vida en la que dio grandes lecciones no solo de cantar jota sino sobre todo, de humanidad, de humildad y de amor a su tierra, a la que siempre volvía por lejos que se fuera.

"Su vida fue la jota, era pasión, pero su alimento era la ganadería. Cuando se bajaba de un escenario o de un avión, a la hora que fuera, al día siguiente estaba con las ovejas", explica hoy a Efe su nieto, José Luis Iranzo.

Este retrato define muy bien la humanidad del autor, que viajó por medio mundo para cantar jotas en inglés ante Robert Kenedy y que fue capaz de sorprender al líder cubano Fulgencio Bautista en los años cincuenta para luego volver junto a Pascuala, su mujer a la que hoy ha dejado viuda.

Considerado como uno de los mejores joteros de todos los tiempos, comenzó de manera autodidacta mientras cuidaba su rebaño.

Descubierto durante el servicio militar en Zaragoza, allí recibió algunas clases de canto para poder controlar su voz atronadora, con la que ganó todos los premios de la época.

Nacido en Andorra el 20 de octubre de 1915, con ocho años comenzó ya el oficio de pastor después de perder a sus padres y hermanos.

"Aquello le marcó toda su vida, venir de unos inicios tan humildes y recibir tantos reconocimientos a veces llegó a apabullarle" explica su nieto, pero también le enseño a "aminorar los problemas, nos decía que no discutiéramos por las pequeñas cosas. Eso hacía él y consiguió ser feliz".

Iranzo vivió siempre en el campo, en el Mas El Ventorrillo junto a su esposa Pascuala Balaguer, a donde volvía de cada viaje que hacía con los Coros y Danzas de la Sección Femenina, a lugares tan exóticos para un hombre del mundo rural como Reino Unido, Holanda, EEUU, México o Cuba.

Precisamente de su primer viaje a Cuba trajo una radio que en las masías de Andorra se recibió con gran expectación.

"Mientras tuvo pilas la escucharon y cuando se acabaron la ponían en la era y la miraban", explica su nieto, evocando esta historia que le ha recordado, según afirma, hoy una de las personas que la vivió de niña y que ha pasado por la capilla ardiente instalada en la localidad.

Siempre volvía a su Andorra natal, un pueblo que se ha volcado en los últimos años con homenajes institucionales y sentimentales, como la creación de dos cabezudos que representan a él y su mujer, dibujados por los niños del colegio como regalo de su reciente cumpleaños el 20 de octubre.

Su nieto recuerda que siempre acudía allá donde le llamaran a cantar; igual viajaba a Alemania de gira como a un pueblo de Teruel de 300 habitantes para hacer de jurado en un concurso de jota.

"Solo una vez dijo que no en un viaje a Cuba porque le parían las ovejas, pero medio año después le volvieron a llamar y fue", rememora José Luis Iranzo.

Su calidad artística y su valor humano le han hecho acumular multitud de reconocimientos, como la Cruz de San Jorge de la Diputación de Teruel en 1981, la medalla al Mérito Cultural del Gobierno de Aragón en 1992, así como la Cruz al Mérito Civil concedida por el rey Don Juan Carlos I, además del Premio Aragón 1999 y el Reconocimiento Folclore del Ministerio de Cultura en 1982 entre otros muchos.

Si de él han destacado que llevó el nombre de Teruel, Aragón y España allá donde fue a través de su voz, José Iranzo ha contestado siempre que ha podido con agradecimiento, como decía durante la declaración como Hijo Adoptivo de Teruel en 2015: "Teruel me ha dado mucho. Si no hubiera sido por Teruel no habría salido y gracias a la ciudad viajé por toda América con gente muy buena".