Agapito Iglesias ya solo es el dueño del 92% del capital social del Real Zaragoza, no tiene ningún otro soporte, ni legal ni moral ni afectivo, que le permita continuar en el club. Nadie le quiere ahí, ni la totalidad de la afición, ni la Liga y el resto de clubs, ni las instituciones públicas. Es él contra el mundo, está solo y acorralado, en un callejón cuya única salida es su marcha. El soriano vive su última etapa en una entidad a la que llegó en mayo del 2006 y a la que ha hecho más daño que nadie en 80 años de historia, hasta el punto de situarla en el abismo deportivo y, lo que es peor, como institución, ya que el Zaragoza está en su momento más crítico como entidad.

A Agapito no le queda otra que irse. Como se fue Juan Soler del Valencia o como le obligaron a hacer judicialmente a Ruiz de Lopera en el Betis. Un club de fútbol no es una empresa más. Agapito ha formado un conglomerado de sociedades con la que operar en su vida empresarial, pero el Zaragoza no es una sociedad más. Detrás, hay un sentimiento, muchas almas y corazones. Hay, en definitiva, una presión social que ya hizo irse a otros. También lo tendrá que hacer el soriano.

La venta de su paquete accionarial es la vía. Agapito ha entablado negociaciones en el pasado, aunque siempre ha terminado por pesar más su deseo de seguir. Ahora, sabe, o debería saber, que tendrá que abrir la puerta y marcharse, que ya no le quedan cortinas de humo ni juegos malabares ni ficticios pasos atrás para retrasar ese momento. Nadie los iba a creer. Y, aunque la venta no sea tan inminente, la jueza que lleva el concurso puede decretar su inhabilitación, algo en lo que trabaja la Asociación de Pequeños Accionistas del Real Zaragoza.

REPULSA ALTA Y CLARA El zaragocismo le señaló el sábado alto y claro, con una concentración histórica y con una pitada atronadora, que no puede seguir, que es su enemigo y en esa lucha va a continuar, encabezada por la Plataforma Salvemos el Real Zaragoza. La afición, fiel hasta la extenuación a unos colores, como se demostró una vez más ante el Getafe alentando sin parar a un equipo pobre que va camino de Segunda, ya no tiene la más mínima duda de que el Zaragoza está en serio peligro de desaparición si el soriano sigue al frente. Sin el apoyo de la Liga, también engañada por lo sucedido con Arenere, con el club devastado y desnortado tras su ejercicio irresponsable de gestión y, sobre todo, solo, muy solo, además de ausente en el palco. Así está Agapito, más acorralado que nunca, más cerca de su salida que nunca.