Luis Arenas, profesor titular del Departamento de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, disertó ayer en la Facultad de Letras sobre el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, dentro de las jornadas ¿Liquidar la modernidad? Una aproximación al pensamiento crítico contemporáneo.

--Bauman analiza el mundo actual desde una perspectiva muy crítica, incluso pesimista. ¿Qué viene a decir su filosofía?.--Bauman dice que el mundo vive una transición de la modernidad a la posmodernidad, un cambio que no va a salir gratis al ser humano, ya que entrañará pérdidas. Su idea clave es la de la modernidad líquida, que define el carácter cambiante, informe e impredecible que tiene nuestro entorno y que tenemos nosotros mismos. Ganamos en libertad, en principio, pero también en inseguridad.

--Bauman dirige sus dardos contra la sociedad de consumo.--Profundiza en el análisis del consumismo y llega a la conclusión de que nuestra sociedad lo que mejor produce no son productos, sino consumidores. Es decir, lo que escasea no son los productos, sino las personas que los adquieran. Es la única carencia existente. De ahí el papel de la publicidad, las marcas...

--La crisis económica que azota el mundo ha roto este esquema.--Claro, porque la crisis actual es una crisis de consumo. Se ha detenido la maquinaria productora de bienes y se ha visto el colapso que se viene encima. Hay mucho paro y mucha gente que sufre, pero, en otro nivel, lo que se ha registrado es una crisis de confianza que afecta a ricos y pobres y ha generado un retraimiento del consumo. Y esto trae una implosión del sistema.

--¿Y eso es bueno o malo?--El consumismo compulsivo es una fuente de insatisfacción. De hecho, consumir más no depara mayor felicidad, no existe una relación proporcional entre una cosa y otra. Una vez satisfechas las necesidades básicas, lo que resulta más gratificante para las personas, con un menor coste de tiempo, dinero y energía, son los afectos, las relaciones personales.

--Además, la alternativa debe de ser deprimente.--Lo que está claro es que el sistema actual no puede durar. No puede haber desarrollo sostenible en un entorno finito, por lo que hay que tender hacia un equilibrio sostenible. Consumir y gastar cada vez más, ya sea alimentos o energía, no es una posibilidad realista en un mundo cada vez más poblado.