Por la parte que le toca a cada cual, la mayoría de los partidos (todos menos Cs y Vox, se supone) llevan una semana consolándose pensando que en Aragón no pasará en mayo lo que sucedió en Andalucía el domingo pasado. Lo han profetizado portavoces del PSOE lambanista, intentando quizás conjurar el mal de ojo que se ven venir, pero también las diversas tendencias de Podemos, IU, la CHA, el PAR... y por supuesto el PP, donde nadie puede ignorar que en el sur se han caído con todo el equipo, aunque estén en condiciones aritméticas de convertir la derrota en victoria (que ahora sí les va a cuadrar la lógica de la democracia representativa, ¿verdad?).

¿Por qué en Aragón no? ¿Qué condiciones especiales tiene la Tierra Noble para suponer que aquí no irrumpirá Vox en las Cortes y que Cs no se pueda poner a la altura o casi del PP (como en las elecciones anteriores Podemos se le subió a la chepa al PSOE)?

En Génova, los estrategas del conservadurismo tradicional han determinado que Vox les puede mojar la oreja en Extremadura, Castilla-La Mancha, Valencia y Baleares. No sé de dónde se habrán sacado el porqué de tal predicción. Pero es razonable suponer que tendrá que ver, entre otras cosas, con la notoria y visceral reacción españolista al conflicto en Cataluña. Una cuestión que aquí, en Aragón, también tendrá peso, mucho peso.

Repasen conmigo la situación. Para empezar, a lo largo del actual mandato municipal y autonómico, las izquierdas no han dejado de pelearse en las instituciones más relevantes (Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Zaragoza) que vienen gobernando. Mil veces se ha dicho que esa pugna insensata y a menudo muy mal escenificada y explicada habrá de perjudicar a todos los protagonistas del barullo. Ni PSOE ni Podemos e IU ni CHA ganarán gran cosa despues de tres años y medio de tirarse los trastos a la cabeza.

El desafío unilateral de la Cataluña indepedentista mantiene abierto otro frente donde las izquierdas aragonesas solo pueden perder. La ortodoxia españolista de Lambán, patente en sus discursos y en su afán por llevar al mejor puerto el contencioso de los bienes eclesiásticos, no servirá de mucho. Por el apoyo de los secesionistas a Sánchez en la moción contra Rajoy, seguro. Pero en cualquier caso porque el unionismo centralista está tan radicalizado que ni siquiera le vale la postura al respecto del PP. El votante de las derechas (sobre todo el que ni siquiera sabe muy bien qué vota) se mueve por impulsos e intuiciones de naturaleza emocional. Es una actitud idéntica a la del electorado de los nacionalistas periféricos, que tampoco se desalientan ni ceden ni se conforman con nada que no sea lo suyo.

Aragón es un espacio electoral promedio. No creo que pueda sustraerse a las tendencias españolas, como estas no han dejado de homologarse a las de carácter global. Los nacionalismos y los discursos excluyentes, defensivos y primitivos recorren el mundo. Y aunque de aquí a mayo cualquiera sabe lo que puede pasar y cómo evolucionará una opinión pública que cambia de un día para otro, solo un milagro evitará el efecto contagio.

Eso sí, vamos a ver cómo acaba la fiesta andaluza. Porque desde fuera es evidente que la salida más lógica es que PP y Cs acuerden un gobierno de coalición apoyado inicialmente y desde fuera por Vox. Sin embargo queda mucho por hablar y por decidir. Las derechas también tienen sus... cosas.