LAS CONSECUENCIAS DE LA SEQUÍA EN LA COMUNIDAD

Aragón vuelve al estado de emergencia tras caer el 20% el agua embalsada

La situación de Mequinenza, que en noviembre casi paró la central de Endesa, preocupa a los regantes y las eléctricas | La CHE ya se ha puesto en contacto con todos los usuarios para que prevean una campaña difícil

Aspecto que presenta el embalse de Mequinenza, el más grande de Aragón, en una imagen tomada el pasado mes de diciembre.

Aspecto que presenta el embalse de Mequinenza, el más grande de Aragón, en una imagen tomada el pasado mes de diciembre. / EL PERIÓDICO

Ignacio Martín

Ignacio Martín

Los embalses aragoneses se encuentran al 44% de su capacidad según el último informe de situación de las reservas de agua en la cuenca del Ebro. Los números son malos. Hace un año estaban al 61% y la comparación con el promedio de los últimos cinco años (64%) es aún peor. Esto supone que cada año hay menos agua almacenada y algunos embalses como Yesa no guardan ni el 30% del agua que podrían acumular. En cifras aún más preocupantes se mueve el pantano más grande de Aragón, Mequinenza, que está al 35% y en la cifra anual de volumen en hectómetros cúbicos aparece en rojo (-526,49). Se encuentra en 537 hm3, a un 35,1% de su llenado cuando en la misma fecha del año pasado este embalse contaba con 1.056 hm3, a un 69% de llenado. 

No se acerca a los 350 hectómetros cúbicos que tuvo a finales de octubre –llegó a estar solo al 23%–, pero nadie le pierde el ojo por si vuelve a aparecer la sequía que le llevó a dar los peores datos de la historia desde que allí se inauguró la central eléctrica de Endesa en 1966. 

Entrando en el último noviembre la compañía meditó incluso interrumpir la actividad del embalse de mayor producción de esta compañía en España.

Obviamente, los regantes de la zona sufrieron cupos y prorrateos. Por ley, la prioridad absoluta está regulada en un orden: agua para abastecimiento de la población, riego agrícola, usos industriales y, en caso de que haya excedente, la producción de energía hidráulica. Por eso estuvo a punto de parar Endesa. Por eso miran todos de reojo las previsiones de precipitaciones. 

La hidroeléctrica del embalse de Mequinenza a punto de parar por la sequía

Agencia ATLAS

La reserva de agua embalsada en la cuenca del Ebro es de 3.448 hm3, según los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), muy por debajo de los 4.823,676 medidos hace exactamente un año, el 61% de la capacidad. El promedio de los últimos cinco años, de 2018 a 2022, es de 5.103 hectómetros cúbicos (64%) y el mínimo de este lustro se produjo en 2018, con 3.865 hectómetros cúbicos, el 49% de la capacidad total. Así, la realidad muestra otra vez peores números en este periodo de calentamiento global.

La reserva actual de los embalses de la margen derecha es de 415 hectómetros cúbicos, el 61%. La reserva en esta fecha en 2022 era de 377 hectómetros cúbicos (56%). El promedio de los últimos cinco años ha sido de 341 hectómetros cúbicos (50%) y el mínimo de este periodo se produjo en 2018, con 172 hectómetros cúbicos (25%).

Hay grandes embalses como el de Mediano, que también cerró el año hidrológico con mínimos históricos (16%) e incluso llegó a caer hasta el 11% de su capacidad el pasado verano. Ahora se ha recuperado para llegar al 44% con más de 194 hectómetros cúbicos. También han crecido ligeramente el embalse de Vadiello, que abastece a Huesca capital. Apenas se encuentra al 20%, tras alcanzar mínimos del 10% en noviembre.

La situación de los embalses de la comunidad preocupa a los regantes en general. La mayoría de sistemas de riego tiene menos agua embalsada que el año pasado, cuando ya hubo problemas y en dos meses comienzan las campañas en una temporada en la que tampoco ayudan las reservas de nieve, que se encuentran un 20% por debajo de la media de los últimos 10 años. 

El motivo en este caso no es la falta de lluvia, sino las altas temperaturas. A día de hoy, la nieve que cayó a principios de diciembre solo resiste por encima de los 2.000 metros y en zonas como la Teruel ni siquiera ha permitido la apertura de las estaciones de esquí de Javalambre y Valdelinares.

Una imagen del pantano de Mediano el pasado verano.

Una imagen del pantano de Mediano el pasado verano. / S. E.

El problema viene desde los meses del estío. Durante todo el verano y en otoño, los sistemas y embalses que más preocuparon y siguen preocupando son el del río Aragón, con el embalse de Yesa (sistema Bardenas), el Segre (Lérida), y el Bajo Ebro, con el citado de Mequinenza, que junto a Yesa estuvo en emergencia durante la mayor parte del verano, el otoño y en la primera parte del invierno. Hoy en día lo siguen estando.

El sistema de riego de Bardenas, que incluye sobre todo a Yesa, tiene reservas de 157,2 hm3, lo que supone un 32,1% de la capacidad total. En la misma fecha de 2022, las reservas eran de casi 291 hm3 y una capacidad al 59,3% del total. 

También preocupa, aunque en menor medida, la Ribagorzana, con los embalses de Santa Ana, Canelles y Escales con un volumen de reservas de 417 hm3 y un 37% de llenado. Cuando en la misma fecha del 22 estaba a 670 hm3 y un 59% de llenado.  

Los sistemas Alto Aragón y Bajo Gállego, que se corresponderían con los ríos Gállego y Cinca, se están recuperando más favorablemente.

La presidenta de la CHE, María Dolores Pascual, se muestra prudente en el análisis de la situación, aunque con matices. «Hay que distinguir en Aragón la situación entre la margen derecha y la izquierda. Ya llevamos unos cuantos años en los que, paradójicamente, la margen derecha está en niveles de normalidad, con buenas reservas en los embalses. Los usuarios están ahí tranquilos para la próxima campaña, con reservas dentro de la normalidad. La margen izquierda, que es la que más ha sufrido en el último año hidrológico, ha visto algo de recuperación en las reservas, pero no lo suficiente». 

Una campaña difícil

«Estamos por debajo de las medias de los últimos años, aunque se hayan aliviado algo los embalses de Yesa, el Gállego o el Cinca», prosigue Pascual, que recuerda que llega la época «en la que se produce la mayor aportación a los embalses, por lo que hay capacidad de recuperación». 

No obstante, «estamos hablando con los usuarios para que prevean una campaña difícil y puedan tomar las decisiones que consideren para encarar esa campaña», dice en referencia a los regantes y a los posibles recortes en los sistemas de abastecimiento.

Esther Ruiz, jefa del servicio SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica) del Ebro, coincide en que las zonas a las que más está afectando la sequía y que tienen unos límites de escasez «serían Yesa y el Cinca, que está en alerta con El Grado a la mitad de su capacidad. Y en el Bajo Ebro Mequinenza también está peor de lo que suele ser habitual, a unos 200 hectómetros cúbicos de salir de la zona de emergencia».

«Es difícil hacer previsiones a largo plazo, no las hacemos. Pero tenemos por delante los meses propiamente húmedos del año. Las reservas de nieve aumentarán y eso se convertirá en hectómetros cúbicos embalsados», concluye optimista. 

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