CRÓNICA

El tictac que ha acabado en bomba: así se ha fraguado la moción contra Aliaga

Las negociaciones en varios frentes no han fructificado en todo el día. La fractura es total

Aliaga, este viernes en los pasillos de las Cortes.

Aliaga, este viernes en los pasillos de las Cortes. / ANGEL DE CASTRO

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Un cruce de miradas y la salida en bloque del hemiciclo del presidente del PAR, Arturo Aliaga, y los diputados Esther Peirat y Jesús Guerrero, con su responsable de prensa, hacían prever este viernes que las negociaciones se movían. Eran las 10 de la mañana del 10 de febrero de 2023, con el PAR abierto en canal y un episodio en su historia aún por escribir. Después de una noche larga, horas de negociaciones con la fontanería más clásica de la política en marcha, ambas partes insistían en su voluntad de llegar a un acuerdo que evitara la moción. No fue posible.

El 10 de febrero de 2023 será recordado entre los militantes del PAR como una de las jornadas más convulsas de la formación política. Un partido dividido en dos mitades que, de nuevo, se fracturó. Quienes formaban parte de un todo trataban de encontrar cauces para el acuerdo, sin éxito. Incluso se vio llegar a las Cortes de Aragón a quien antes estaba con los díscolos, antes aún con Aliaga, y finalmente de nuevo con el presidente buscando una salida en un laberinto sinfín. Roque Vicente, vicepresidente del partido, se dejó ver conversando con Aliaga en los pasillos y no acudió a la moción de censura.

Poco después, el presidente del partido compareció públicamente para pedirle a sus todavía compañeros que retirasen la moción, aplazasen la votación, y permitieran dialogar unos días más. Hasta el lunes. La propuesta cayó en saco roto poco después. Los díscolos llevaban «demasiado» tiempo esperando para presentarla, buscando el diálogo con un presidente que, aseguran, les ha dado la espalda y ha cerrado todas las puertas de la comunicación. Todos se conocen desde hace demasiado tiempo y tienen demasiadas sospechas entre sí como para darle una oportunidad abierta a una palabra tan desgastada como el diálogo.

Sin tiempo

Hubo no obstante un compás de espera hasta que Clemente Sánchez-Garnica confesó que no había marcha atrás para la moción de censura. Que las palabras del presidente «no habían sentado» bien en esa parte de la Ejecutiva y de la militancia que considera que su tiempo ha acabado porque ya no tiene el respaldo de quienes un día le ayudaron a llegar hasta ahí.

Con todo, las llamadas, los intentos, se apuraron hasta ultimísima hora. Con estrategias tapadas, intentos de intoxicación, y todas las suspicacias. Hasta media hora antes de la moción, se desconocía si Aliaga se presentaría a su expulsión de la presidencia. Ni si los 16 que firmaron para convocarla finalmente votarían en contra.

La Ejecutiva ha comenzado puntual, a las 19.30 horas, con los 16 díscolos, más el notario, y la secretaria del órgano, fiel a Aliaga, María Jesús Morera, que se conectó de forma telemática. Quince minutos después se escucharon aplausos. Y a las 19.51 todo había acabado. El comunicado de Aliaga llegó 15 minutos después. Aunque la llamada al diálogo sigue, la herida de esta moción aún sangra.

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