LAS CONSECUENCIAS DEL TURISMO

Los pueblos bonitos vuelven a mirar a sus vecinos tras la masificación

Alquézar, Aínsa o Albarracín no bajan su pujanza turística, pero quieren mimar a sus habitantes

El abastecimiento de agua, la vivienda de alquiler habitual o el aparcamiento son los retos de estas localidades

Niños y turistas en la plaza Rafael Ayerbe de Alquézar. | AYUNTAMIENTO DE ALQUÉZAR

Niños y turistas en la plaza Rafael Ayerbe de Alquézar. | AYUNTAMIENTO DE ALQUÉZAR / laura carnicero

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Antes que morir de éxito y convertirse en decorados espectaculares de coquetas calles de piedra vaciadas de vida, los pueblos bonitos de Aragón quieren convertirse en un mejor lugar para vivir para los vecinos que los pueblan todo el año. Frente a la masificación turística de algunas épocas del año, como en agosto, los puentes del mes de diciembre o la Semana Santa, localidades aragonesas como Alquézar, Aínsa o Albarracín quieren ser un buen lugar para vivir para sus 300, 2.300 y 1.000 residentes censados, respectivamente.

Con la llegada de miles de turistas cada verano desde hace ya varios lustros como destinos consolidados del turismo de interior, los problemas de aparcamiento, abastecimiento de agua y vivienda para uso habitual son una constante que comparten con otros municipios turísticos de la costa mediterránea o el Pirineo.

Ser uno de los "pueblos más bonitos de España" deja riqueza económica y empleo, pero también un peaje de saturación y ocupación de los espacios públicos que acaba con la tranquilidad que suele reinar en cualquier otro pueblo no tocado por la varita mágica del turismo.

Estas tres localidades comparten problemas y casi soluciones. Desestacionalizar la actividad turística para dar trabajo casi durante todo el año y poder asentar población es ya uno de los objetivos logrados por estos tres gigantes del turismo rural.

La plaza de Albarracín abarrotada en uno de los conciertos de la programación de verano, durante el pasado puente del 15 de agosto. | AYUNTAMIENTO DE ALBARRACÍN

La plaza de Albarracín abarrotada en uno de los conciertos de la programación de verano, durante el pasado puente del 15 de agosto. | AYUNTAMIENTO DE ALBARRACÍN / laura carnicero

En Alquézar, los primeros deberes para esta legislatura pasan por "un nuevo proyecto de movilidad" y un estudio sobre el abastecimiento de agua.

Lo explica la alcaldesa, Ana Blasco, que asegura que la falta de aparcamientos y la aglomeración de coches es uno de los problemas del municipio de la comarca del Somontano de Barbastro. "Los días de mayor afluencia aparcamos 1.200 coches, pero por todos los sitios", explica, gráficamente.

Los dos párquines de gran capacidad ubicados en la parte alta del pueblo se quedan pequeños "y los vecinos se quejan con razón de que tienen que ir a aparcar muy lejos de su casa".

Con 320 habitantes censados, de los que solo 160 viven todo el año, la localidad recibe desde primavera hasta otoño entre 1.000 y 2.000 personas diarias para recorrer la ruta de las Pasarelas sobre el río Vero. "Esto sin contar que hay gente que viene al pueblo y no hace la ruta, o sea que hablamos de una afluencia mayor", añade Blasco.

Dónde y cómo aparcar

La alternativa que plantean desde el consistorio es "darle una plaza de aparcamiento a cada residente e incluir algunas zonas de pago para turistas".

Ahora, todo el aparcamiento es gratis "y mucha gente acaba aparcando donde quiere". El turismo sacó a Alquézar del camino de la despoblación. Hoy en día tiene más de 1.200 plazas en hoteles, apartamentos y cámpings; 67 empresas turísticas; 17 restaurantes y cuatro panaderías.

Un lujo hostelero que también ha hecho que muchos propietarios dediquen sus antiguas viviendas a apartamentos de uso turístico. "Tenemos que conseguir que los vecinos estén cómodos y que el turismo no les condicione su vida para mal", reflexiona la alcaldesa.

"La gente tiene problema para encontrar vivienda"

En Albarracín, la pelea de la nueva corporación municipal será garantizar viviendas de uso habitual. Su alcalde, Daniel Úbeda, explica que "los trabajadores de la hostelería y la gente joven tienen problemas para encontrar viviendas" porque son pocos los propietarios que deciden destinarla al alquiler de largas estancias en lugar del turístico.

"Es normal que la gente quiera sacar más provecho con los alojamientos turísticos, pero desde el ayuntamiento tenemos varias parcelas para construir viviendas de protección oficial y tenemos previsto rehabilitar algunos edificios de titularidad municipal para hacer pisos de alquiler", añade Úbeda.

Lo que ya está ocurriendo es que algunos trabajadores de Albarracín que no encuentran casa están poblando localidades cercanas, como la vecina Gea de Albarracín. "Algunos pisos tienen hasta lista de espera cuando se sabe que el inquilino se marcha", explica.

Terrazas llenas en el casco antiguo de Aínsa, este mismo verano. | AYUNTAMIENTO DE AÍNSA

Terrazas llenas en el casco antiguo de Aínsa, este mismo verano. | AYUNTAMIENTO DE AÍNSA / laura carnicero

La gestión del agua

En Aínsa actualmente tienen varias viviendas gestionadas por el ayuntamiento que permiten, nada más y nada menos, que el médico de la localidad se pueda quedar a vivir. "Tenemos dos pisos alquilados con gestión pública que nos permiten afrontar el problema de no tener vivienda en alquiler habitual ni siquiera para el personal del centro de salud", comenta su alcalde, Enrique Pueyo.

En la localidad preocupa el abastecimiento de agua en su veintena de núcleos, especialmente, en la época estival. Aínsa multiplica por cinco su población (hasta los 10.000 habitantes) y, en los últimos meses, el consistorio ha acometido distintas obras para garantizar el abastecimiento de agua con una inversión de más de 80.000 euros en todos sus núcleos. "La gente cree que en el Pirineo no hay problemas de agua y no es así", recalca.

Otro de los retos por resolver es la "aglomeración en los servicios sanitarios, porque no hay más médicos en verano a pesar de que se multiplique la población", o la falta de efectivos de la Guardia Civil, que tiene una dotación adaptada a sus 2.300 habitantes censados, no a los 10.000 que lo llenan en verano.

En las tres localidades, sus alcaldes aseguran que los comportamientos incívicos son "la anécdota". Pero son conscientes de que vivir en un entorno de postal cuesta un peaje a sus residentes que esperan poder aliviar.