El 'Cipotegato' de Tarazona: la evolución de un personaje centenario

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN recopila varias imágenes que muestran la evolución del mítico personaje

Eduardo Ramírez

Las Fiestas en Honor a San Atilano son los festejos más conocidos de la ciudad de Tarazona. Celebradas la última semana de agosto, suponen el colofón final al verano, y la celebración de sus tradiciones por todo lo alto, especialmente la del archiconocido ‘Cipotegato’. Se trata de un enigmático personaje, vestido con un traje a rombos similar a un arlequín rojo, amarillo y verde, que porta un palo unido a una bola con una cuerda y oculta permanentemente su rostro.

La tradición centenaria del 'Cipotegato' lo ha convertido en la seña de identidad de Tarazona, y, especialmente, de estas fiestas en honor a su santo. Este empezó como un personaje infantil del siglo XVIII que, armado con un palo y una vejiga de gato, golpeaba a los niños de la localidad, pero ha ido virando hasta convertirse en una figura de reconocimiento internacional. Pese a un vacío histórico de varios siglos, en el que apenas aparece ningún tipo de documentación sobre el mismo, en el siglo XX la tradición resurgió para dotar al personaje del lugar que merece. EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, gracias al fondo gráfico aportado por Javier Bona, ha podido recopilar varias instantáneas que muestran la evolución de esta curiosa figura y su festividad.

Los turiasonenses hacen un pasillo al 'Cipotegato'.

Los turiasonenses hacen un pasillo al 'Cipotegato'. / Foto Mas

Una historia de transformación

Pese a que antiguamente estaba ligado a la celebración del Corpus Christi, las fiestas en las que hacía presencia fueron trasladadas hasta finales de agosto, con el objetivo de festejar en un momento en el que los agricultores tuvieran una mayor libertad, ya que la fecha anterior coincidía con la época de cosecha. Y, si bien es cierto que existen múltiples versiones de su origen, hay quien atribuye a este personaje un principio más siniestro.

Se dice que esta tradición comenzó con una práctica particular que realizaba la cárcel de Tarazona hace muchísimos años, en la cual, en honor a las fiestas de su patrón, se permitía liberar a un condenado a muerte si este sobrevivía a una lapidación por parte de los vecinos. 

Sea verdad o mito, lo cierto es que su figura fue mutando con el paso de los tiempos, pese a ser prohibida en un inicio, hace casi tres siglos. El 'Cipotegato’ sufrió varios cambios durante el siglo XX: el más destacable fue el paso de perseguir a ser perseguido a partir de 1942. El verdugo que castigaba a los pequeños se convertía en el blanco de las burlas y los objetos que, alegremente, vertían sobre él. Desde entonces, los niños, al verle salir, le tiraban verduras y hortalizas sobrantes del mercado de la plaza, tradición que ha ido virando hasta desembocar en los actuales tomates. 

Una figura respetada y personalizada

Con todo, aquel que ha ido vistiendo el traje de 'Cipotegato' con los años ha vivido la experiencia como un auténtico honor. El seleccionado (tan solo dos veces en la historia ha sido mujer) a sorteo entre 150 jóvenes encarna al personaje en cada ocasión en el más absoluto anonimato, hasta que, tras la celebración, se desvela finalmente su rostro. Por otro lado, la ruta que debe recorrer cambia cada año, y está normalmente ligada a las experiencias emocionales y vitales concretas de la persona que luzca el traje en esa ocasión.

El recorrido finaliza en la estatua de la plaza que encarna su figura, y, tras subir y ser vitoreado, este entra finalmente en el ayuntamiento. Es entonces cuando la música llena las cuatro esquinas del lugar, con la interpretación de la Bajada de la Plaza, mientras descienden por la calle Marrodán, desde cuyos balcones arrojan agua para limpiar los restos de tomate. 

La idiosincrasia y originalidad de estos festejos hicieron que fueran declarados como fiesta de interés turístico Nacional mediante Resolución de la Secretaría de Estado de Turismo el 25 de mayo de 2009, y continúa, año tras año, congregando a cada vez más turiasonenses y forasteros.