LA MERMA DE SERVICIOS EN LOS PUEBLOS

La seguridad rural se resiente en Aragón: "Es el peor momento para la Guardia Civil"

La Guardia Civil tiene pendiente de cubrir 316 vacantes, la provincia de Teruel se lleva la peor parte con 171 plazas sin cubrir, Huesca suma 79 y, Zaragoza, 66

La seguridad en Teruel, a prueba: 102 guardias civiles menos "hasta junio"

Una oleada de robos en viviendas azota a varios pueblos de Valdejalón

Imagen de archivo de una furgoneta que robaron en Alfamén para cometer ilícitos en otras localidades y luego prenderle fuego.

Imagen de archivo de una furgoneta que robaron en Alfamén para cometer ilícitos en otras localidades y luego prenderle fuego. / EL PERIÓDICO

Clama siempre la España vaciada por la importancia de preservar los servicios básicos para sus vecinos como el consultorio médico, los centros educativos o las sucursales bancarias. Estas reivindicaciones tampoco dejan atrás una mayor presencia de guardias civiles en el territorio porque, cuentan desde los pueblos, la seguridad rural ha languidecido con el paso de los años. Algunas entidades como la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) acusan los efectos de las 316 vacantes sin cubrir del Instituto Armado en Aragón a tenor de las 171 que se contabilizan en la provincia de Teruel –102 del concurso de destino no se completarán «hasta junio»–, las 79 de Huesca y las 66 de Zaragoza. Y, como los amigos de lo ajeno no son desconocedores de esta situación, han hecho de las suyas a lo largo de las últimas semanas desde zonas como Valdejalón hasta el Bajo Aragón o pequeños pueblos de Huesca. No es una cuestión baladí y algunos ya dicen que es «el peor momento de la Guardia Civil con diferencia».

Quienes recorren a diario el territorio añoran aquellos años en los que cada puesto de la Benemérita llegaba a aportar una patrulla a cada uno de los núcleos operativos en los que se divide cada compañía en aras de llegar a todos los pueblos de la comunidad. A día de hoy, según ha podido saber EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, hay días en los que solo se llega a sacar una patrulla por compañía con las consecuencias que ello conlleva: pocos guardias civiles abarcan un territorio muy amplio y caracterizado por la dispersión de los núcleos rurales. Ante esta situación, los ilícitos se están sucediendo ya de forma asidua y, solo en Épila, han contabilizado 30 robos desde el 4 de diciembre de 2023 hasta el 2 de enero del presente año.

De acuerdo al recuento que maneja la Asociación de Vecinos de Épila, 18 de estos golpes se perpetraron en viviendas, en comercios y en naves industriales de la localidad y otros ocho no llegaron a consumarse, pero se saldaron con «reventones» de puertas o paredes. A ellos habría que sumar el robo de tres coches que luego incendiaron a las afueras del pueblo y el de un cuarto vehículo que, si bien no calcinaron, sí lo dejaron para mandar al chatarrero porque estaba «reventado». Cerca de Épila, a doce kilómetros de distancia, Calatorao también ha sufrido una oleada de robos en viviendas habitadas desde que, a finales de noviembre, estos delincuentes asaltaran tres unifamiliares y adosados en un solo día. A mediados de diciembre, volvieron a hacer de las suyas al robar en dos casas contiguas.

Y no se trata de un problema que afecte por desigual al territorio. Dicen los agentes que el problema alcanza por igual a las tres provincias –«estamos pelados», reiteran unos y otros– hasta tal punto de tildar de «oasis» los puestos donde desempeñan su trabajo. En Huesca, por ejemplo, se han disparado los robos en viviendas. Aún así, la provincia oscense se ha quedado fuera del Plan Especial de la Guardia Civilpara reforzar temporalmente los efectivos en las zonas rurales de Zaragoza y Teruel con unidades como la Agrupación de Reserva y Seguridad (GRS) y las Unidades de Seguridad Ciudadana (Usecic). Solo en Banastás asaltaron cuatro viviendas durante la noche de Reyes y, de «un tiempo» a ahora, la Comarca de Los Monegros ha sufrido el robo de sistemas de navegación en los equipos agrícolas y de gasoil. También en Huerto se ha registrado el robo de una picadora valorada en 14.000 euros.

"Cada vez va a peor"

Pero quien se lleva la peor parte, al menos en cuanto a números, es la provincia de Teruel. De las 171 vacantes sin cubrir, 69 no se llenarán hasta febrero o marzo y las 102 restantes llegarán en junio. La zona del Bajo Aragón –«como siempre», aclaran– y la de Andorra están «en alarma» y así lo atestiguan los últimos golpes perpetrados. A finales de diciembre, un grupo de ladrones asaltó una carnicería de Andorra para llevarse un jamón, varias latas de conservas y la calderilla de los cambios de la caja fuerte. Apenas una semana antes también se llevaron la máquina tragaperras de un bar del centro de la localidad y, si se echa la vista hasta el pasado mes de septiembre, se contabilizan robos en la estación de autobuses, en el polideportivo y en el centro de día. También en diciembre, el Equipo Roca de la Guardia Civil esclareció más de 20 robos con fuerza cometidos en la localidad de Alcañiz desde el mes de octubre.

A lo largo y ancho de esos lares, los agricultores y las almazaras también se encuentran «en alerta» ante el posible robo de aceite, tal y como sucedió a mediados de noviembre en Alcañiz. También están al acecho en Albalate del Arzobispo. Allí robaron un coche grúa que, la madrugada del 30 de diciembre, estamparon contra un almacén de la fábrica de cervezas Ámbar para llevarse las cajas fuertes. Apenas unas horas antes, una banda de encapuchados atracó con hachas y bates una cafetería de un área de servicio de Muel. Se trata de la constatación de que la delincuencia «cada vez va a peor» con robos «más violentos» en los que se dejan ver «más cuchillos».

Fuentes de la Guardia Civil explican, por un lado, que hay que esperar a que finalice el plazo de resolución de vacantes entre febrero y marzo –214 de las 316– y, por otro, inciden en el esfuerzo del Ministerio del Interior por sacar adelante «la mayor tasa de reposición de los últimos 12 años». Pero quienes conocen el territorio aragonés van un paso más allá y exigen una reorganización del Instituto Armado que pasaría por el cierre de los cuarteles para «optimizar a la gente». «Algo hay que hacer, pero como no hay nada grave que pase...», suspiran con la mente en el recuerdo del reguero de sangre que dejó Norbert Feher –Igor El Ruso– y que estuvo a punto de secundar El Rambo de Requena. 

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