Reseña

Los libros aragoneses de Domingo Buesa: La historia de nuestra Semana Santa

'La Semana Santa de Zaragoza en la Edad Moderna' (Antonio Olmo) les enseñará, les sorprenderá, les hará pensar y conocer la espiritualidad

Antonio Olmo Gracia ha realizado un extenso estudio sobre la Semana Santa de Zaragoza.

Antonio Olmo Gracia ha realizado un extenso estudio sobre la Semana Santa de Zaragoza. / Jorge Sesé

Domingo Buesa

Domingo Buesa

El tema de la Semana Santa y el mundo procesional poseen hoy un interés excepcional para una sociedad que necesita tener referentes de su identidad. Los pueblos a lo largo de los siglos han construido su discurso procesional partiendo de dos ideas claves: la cercanía que supone el que Cristo vaya al Calvario por nuestras calles y, en segundo lugar, el que las gentes sientan esa dimensión espiritual que se enriquece con el sonido, las luces y la cuidadosa escenografía de la procesión. Esta trascendencia espiritual, social, económica o artística, hace que sea bien recibido cualquier estudio histórico que aclare ese mundo de tradiciones que reinterpretan los orígenes de estas celebraciones. Sobre todo, por cumplir las recomendaciones de los tres últimos papas por descubrir la verdad. No cabe duda que este es el origen de la investigación llevada a cabo durante trece años por el doctor en Historia y profesor Antonio Olmo Gracia, que ve la necesidad de profundizar en el estudio histórico de la Semana Santa.

Y este libro, es consecuencia de su importante investigación en los archivos que le ha permitido acudir a las fuentes originales, a los documentos que nos explican que Zaragoza tuvo cinco corporaciones penitenciales a las que Antonio Olmo va estudiando con detalle. Explica que los orígenes de la semana santa están en las cofradías de advocación pasionista como la del Santo Sepulcro desde 1336, que en el siglo XV ya hay Procesión de las Palmas y que en 1529 sabemos que una Procesión de Flagelantes entró en el monasterio de Santa Engracia ante la mirada atenta del propio Carlos V.

Planteado este recorrido por los últimos descubrimientos archivísticos, dedica un capítulo a la cofradía penitencial de la Vera Cruz, de 1530, y uno muy extenso a la Hermandad de la Sangre de Cristo documentada por lo menos desde 1544, fundada en el convento de San Agustín y asentada luego en el de San Francisco, donde tienen la capilla del Cristo que el autor del libro reconstruye según la documentación. Después de hablarnos de la procesión, de su organización y del Cristo de la Cama, de principios del siglo XVII, entra en el mundo de la Cofradía de la Soledad fundada en 1579 en el convento de la Victoria y en la que están los nobles de la ciudad que el viernes santo acompañan los pasos llevados a hombros por los frailes, entre cantos del miserere y sonidos de campanillas. Analizada esta cofradía cuyos estatutos aprobó el vicario Pedro Cerbuna, fundador de la Universidad, documenta la de San Gregorio y de Santa Elena, de 1597, propia de los estudiantes del Estudio General de la Ciudad de Zaragoza en la que no dejaban entrar a los doctores, salvo que lo lograran después de entrar. Procesionaban con guantes y los diputados les regalaban cuatro hachas de luz que acompañaban al claustro de profesores y a los jurados de la ciudad.

Cierra el magnífico estudio el análisis de la evolución de la Venerable Orden Tercera de san Francisco, de 1615, a la que el cabildo de la Seo autorizó a salir en procesión el martes santo. Famosos fueron sus viacrucis a la ermita del Santo Sepulcro, atendida por unos santeros en la zona del actual museo Pablo Serrano. Eran vistosas procesiones con 12 estandartes que se llegaban hasta la iglesia de San Pedro, en la actual calle Don Jaime, donde se encontraban el paso del Redentor con el de la Virgen. De la última que estudia el doctor Olmo –la de la esclavitud de Jesús Nazareno que hoy pervive pujantemente en la iglesia de San Miguel– sabemos que tenía incluso mujeres en su seno y que el domingo de Ramos entraban en la ciudad por la puerta del Carmen escoltados por la tropa y anunciados por cantores y clarines.

Como ven este excepcional trabajo da mucha información veraz y documentada, constituyendo la muestra de cómo este investigador aragonés se va convirtiendo en uno de los especialistas más prometedores en la Semana Santa española. El libro les enseñará, les sorprenderá, les hará pensar y les permitirá conocer la espiritualidad zaragozana. Gracias por ello al autor y a la Asociación para el estudio de la Semana Santa de Zaragoza que nos ha hecho un excepcional regalo a todos los zaragozanos.

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