Los libros aragoneses de Domingo Buesa: El joven Joaquín Costa y sus 1.000 propuestas

Era necesario este trabajo para recuperar esos años tan importantes

Manuel López Forjas ha escrito sobre el Joaquín Costa joven.

Manuel López Forjas ha escrito sobre el Joaquín Costa joven.

Domingo Buesa

Domingo Buesa

Desde finales del siglo XIX se ha escrito mucho sobre la figura de Joaquín Costa, un aragonés del que se puede decir que es político, jurista, historiador y muchas cosas más, porque en realidad es un hombre apasionado por el saber, entusiasta de la ciencia y de la literatura, y muy preocupado por una sociedad ocupada en múltiples cosas que no son el bienestar personal de sus componentes. Desde Monzón (donde nació en 1846 dentro de una familia de agricultores con once hijos) a Graus (donde llegó con ocho años y a donde volvió para morir en 1911) transcurre la vida de un aragonés que en su juventud tuvo que trabajar desde pequeño a cambio de un techo y de la comida, que estudió con grandes esfuerzos y que entendió que sin la Escuela y la educación que ella impartía era imposible avanzar en el camino del progreso.

Estas breves líneas son un mero preámbulo para hablar de un libro en el que se tratan los primeros años de Joaquín Costa, una etapa clave en toda persona pues se acepta que la intensidad con que vivimos es heredera de la que marcó nuestra etapa formativa, nuestra juventud. Y de esa etapa del joven Costa nos habla este necesario y acertado estudio que nos ofrece el también joven doctor Manuel López Forjas, de origen mexicano y actualmente becario postdoctoral en la universidad romana de La Sapienza. Sus páginas logran el acierto «de volver a darle la palabra a Costa, a través de sus propios escritos» para lograr que el lector «pueda conocerlo de primera mano». Y además armonizan los caminos que llevan a la investigación, a la verdad, proponiéndonos dos claras facetas en la vida del conocido como León de Graus: su necesidad de leer sobre filosofía y su necesidad de escribir sobre filosofía. Y todo ello desde el principio, cuando el trabaja mañana y tarde y escribe por la noche apasionantes textos en los que nos explica el mundo con el que sueña.

Sin dinero para el título

Partiendo de las 'Memorias de Costa', el libro nos presenta a un joven que quiere ser maestro en Huesca pero que no se puede graduar porque no tiene el dinero necesario para sacar el título. Es el estudiante que hace el discurso inaugural del Ateneo de Huesca (enero de 1866) donde –con el título de Esperanza en el porvenir– llega a decir: «no nos avergoncemos artesanos de ser hijos del trabajo salidos del pueblo» animando a que todos «obremos bien y no nos acordemos de la recompensa». Dos años después propone la creación de la Confederación Ibérica, para lograr la descentralización absoluta del gobierno, y en este tiempo, un amigo suyo le facilita un trabajo para hacer el catastro en Chapinería, un pueblo de la Sierra de Madrid, de donde sale agobiado y falto de dinero. Eso le lleva a acercarse a los estudios universitarios –apoyado por su tío mosén Lucas Martínez–, a la licenciatura en Filosofía y Derecho, al doctorado e incluso a la decisión de renunciar a un puesto de profesor en la universidad de Madrid por solidaridad con sus compañeros krausistas.

Costa, agobiado por encontrar trabajo, continúa profundizando en su aragonesismo y escribiendo. En 1876 termina la memoria sobre La vida del derecho: ensayo sobre el derecho consuetudinario, pensada para un concurso y convertida en un libro fundamental, y un año después, con 31 años asume la dirección del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Para entonces Costa ya ha escrito que el «progreso es la ley de la historia que tiende a establecer el equilibrio entre las naciones y entre los individuos» concluyendo con la curiosa referencia de que «los que niegan la ley del progreso reniegan de la providencia». Y muchas cosas más, que pueden descubrir en este apasionante trabajo en el que volvemos a recuperar sus propios escritos, sus palabras y sus pensamientos, lo qué nos explicó y la sugerencia de aquello por lo que sufría.

Un trabajo muy necesario

Ciertamente era necesario este trabajo de López Forjas para recuperar esos años tan importantes en la vida de Joaquín Costa. Y además, cuando lo acaben de leer y de anotar, pueden adentrarse en los anexos: el primero sobre la bibliografía de Costa y sobre la propia producción literaria de Costa; y el segundo sobre una muestra de textos procedentes del fondo que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Huesca y que les ayudarán a entender a este altoaragonés, a través de esta investigación que ha puesto en manos de todos nosotros el Instituto de Estudios Altoaragoneses, a cuyo director Alberto Sabio hay que agradecerle estas entregas en la prestigiosa Colección de Estudios Altoaragoneses. Merece la pena dedicar tiempo a este libro porque incluso, al final, tendrán en sus manos muchas frases de Costa para reflexionar, como aquella que –hablando de progreso y decadencia– nos explica que «el periódico es el espejo que recoge la imagen fugitiva del sueño de la vida». 

'EL JOVEN JOAQUÍN COSTA. FILOSOFÍA, CULTURA Y EDUCACIÓN (1864-1881)'

Manuel López Forjas

Instituto de Estudios Altoaragoneses

506 páginas

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