El Visor de Chus Tudelilla: El teatro para niños de Bartolozzi y Magda Donato en Zaragoza

Bartolozzi se dedicó a crear personajes que pudieran interesar al público infantil. Empezó dibujándolos e imaginó innumerables aventuras sobre el papel hasta que decidió llevarlos a escena

Aurelio Grasa, ‘Pinocho vence a los malos’, Teatro Principal, abril 1933.  Archivo Aurelio Grasa - Archivo Barboza Grasa, Zaragoza.

Aurelio Grasa, ‘Pinocho vence a los malos’, Teatro Principal, abril 1933. Archivo Aurelio Grasa - Archivo Barboza Grasa, Zaragoza.

Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

El 12 de noviembre de 1931, a las 16.00 horas, la compañía de comedias de Pepita Meliá y Benito Cibrián presentó en el Parisiana de Zaragoza el espectáculo de guiñol 'Pipo, Pipa y el dragón', creado por Salvador Bartolozzi (Madrid, 1882-Ciudad de México, 1950), cuyo estreno había tenido lugar en el Teatro de la Comedia de Madrid el 19 de enero de 1930. La representación trasladó a los escenarios una de las historietas de la serie 'Aventuras de Pipo y Pipa' que el semanario 'Estampa' publicaba desde 1928. Hasta Zaragoza se desplazaron Bartolozzi y la escritora Magda Donato (seudónimo de Carmen Eva Nelken. Madrid, c. 1898-Ciudad de México, 1966), responsable de la adaptación del cuento, para ultimar los detalles de su puesta en escena.

Tan grande fue el éxito que la prensa anunció el estreno de 'Rataplán, rataplán' o 'Una hazaña de Pinocho', obra muy querida por Bartolozzi por ser la primera con la que debutó su Teatro Pinocho, el 28 de diciembre de 1929 en el Teatro de la Comedia de Madrid. Motivado por su «acendrada simpatía por los niños», Bartolozzi se dedicó a crear personajes que pudieran interesar al público infantil. Empezó dibujándolos y, a continuación, imaginó innumerables aventuras sobre el papel hasta que decidió llevarlos a escena, en colaboración con su compañera Magda Donato.

La particular aventura de Bartolozzi, a la que pronto se unió Magda Donato, tomó impulso cuando en 1915 fue nombrado director artístico de la editorial Calleja. Además de contratar a dibujantes, introducir mejoras técnicas y renovar los contenidos, presentó la colección Cuentos de Calleja en colores que incluía ocho series, de las cuales eligió hacerse cargo de la dedicada a Pinocho, personaje que había dibujado para la cubierta de la versión española que Calleja editó en 1912. En 1917 comenzó a publicarse la serie 'Pinocho' y en 1924 'Pinocho contra Chapete', que se editó hasta 1927.

Magda Donato y Bartolozzi.

Magda Donato y Bartolozzi.

En breve tiempo Bartolozzi consiguió dotar a su Pinocho de una identidad propia, claramente diferenciada del original italiano que le había servido de modelo: en su adaptación evitó todo contenido aleccionador, uno de los rasgos que mejor definen su aportación al teatro moderno para niños. El éxito editorial de los cuentos animó a Calleja a publicar el semanario infantil Pinocho entre 1925 y 1931, para el que Bartolozzi contó con excelentes dibujantes y escritores en las diferentes secciones que organizaban la revista. En 1928 comenzó a publicar en 'Estampa', hasta 1936, las series 'Aventuras de Pipo y Pipa' y 'Aventuras maravillosas de Pipo y Pipa'. Y llegamos al 28 de diciembre de 1929, fecha de la presentación del Teatro Pinocho instalado en el Teatro de la Comedia.

Más allá de que Bartolozzi compartiera la obsesión por la formación de la infancia que animó a Jacinto Benavente a presentar su Teatro de los Niños en el Príncipe Alonso, en 1909; o que conociese e incluso participara en las campañas de Teatro de arte para niños del empresario Gregorio Martínez Sierra, considero que no debe pasarse por alto en la decisión del artista de llevar sus personajes a escena el impulso de Magda Donato, dada la estrecha vinculación de la escritora con el teatro y sus protagonistas en su deseo de ser actriz desde, al menos, comienzos de los años veinte.

Espectáculos infantiles en Navidad

Asimismo, la coincidencia con María Lejárraga en la Unión de Mujeres de España, bien pudo facilitar conversaciones muy provechosas sobre el proyecto de teatro que Magda Donato y Bartolozzi iban a emprender. Fue la suya –como señala David Vela en su tesis sobre Bartolozzi, de obligada lectura– la primera iniciativa que revitalizó los espectáculos infantiles navideños, cuyo éxito animaría a diferentes compañías profesionales a ofrecer representaciones de manera estable. La gran acogida de público y crítica que el Teatro Pinocho recibió durante sus cuatro temporadas de existencia, instalado en distintos teatros de Madrid, determinó su transformación cuando el cuerpo actoral de la compañía Artigas-Collado sustituyó a los muñecos de guiñol en las representaciones de las comedias.

La decisión apenas supuso pérdida de las bondades que ofrece el guiñol, debido a la enorme experiencia y común determinación de renovar el teatro infantil por parte de quienes se implicaron en el proyecto. «Hemos hecho de la Alegría (con mayúscula) el hada tutelar de todas nuestras producciones infantiles», declaró Magda Donato en la entrevista que 'Heraldo de Madrid' publicó en 1935; quiso, además, desvelar una de las claves del éxito: «Nuestras comedias infantiles son menos fáciles de escribir de lo que pudieran parecer. Nos cuestan tanto trabajo casi por lo que evitamos que por lo que decimos. ¡Sería tan cómodo dejarse llevar del diálogo y de los párrafos bonitos! Y los párrafos hay que dejarlos en una palabra, en una exclamación, y el diálogo hay que cortarlo constantemente con efectos, trucos, movimientos de conjunto, juegos escénicos que ahuyenten en el pequeño espectador hasta la más leve sombra de fatiga».  

En abril de 1933, Bartolozzi y Magda Donato regresaron a Zaragoza con la compañía de Josefina Díaz Artigas y Manuel Collado que programó en el Teatro Principal 'Pinocho en el país de los juguetes' y 'Pinocho vence a los malos'. De esta última comedia –primera que se representó con actores en enero de 1933, versionando Rataplán rataplán o Una hazaña de Pinocho, que inauguró el Teatro Pinocho en diciembre de 1929– conocemos su puesta en escena por las fotografías que de Aurelio Grasa, espectador privilegiado y siempre atraído por lo nuevo, conserva el Archivo Barboza-Grasa, una de las cuales se publicó en 'La Voz de Aragón', advirtiendo en el pie que Grasa la había realizado sin más luz que la natural de la representación.

Cartel de una obra.

Cartel de una obra. / Zeutschel Omniscan 11

El éxito acompañó a las propuestas de la compañía: por la tarde, los niños celebraron las historietas de Pinocho y se llevaron a sus casas los recortables con que fueron obsequiados en los entreactos; y por la noche, el público adulto fue testigo de la calidad literaria de 'Bodas de sangre' de Lorca, «poeta nuevo que con una antorcha de nueva poesía ilumina otra ruta», escribió Pablo Cistué de Castro en 'La Voz de Aragón'. 

En noviembre de 1934 'Pinocho en el país de los juguete' volvió al Teatro Principal de la capital aragonesa con 'Pipo y Pipa contra Gurriato', cuya escenografía realizaron Pitti Bartolozzi y su marido Pedro Lozano; y ambas comedias fueron representadas, como las anteriores, por las primeras figuras de la compañía de Artigas-Collado.

Cuando en el año 1936 el director de cine aragonés Adolfo Aznar (La Almunia de Doña Godina, 1900-Madrid, 1975) informó al propio Bartolozzi del proyecto de convertir a sus personajes Pipo y Pipa en protagonistas de la que iba a ser la primera película española de muñecos animados, encontró al mejor aliado que pudiera encontrar. «España importa risa para sus niños. Esta es la realidad. Los estudios americanos nos envían quinientos, mil, diez mil kilómetros de risa fotografiada, que producirán en nuestros niños cuarenta o cincuenta mil toneladas de carcajadas sinceras. ¡Maravilloso y sentimental y sano humorismo! Pero España va a producir su risa, la risa para sus niños». Así anunciaba Carlos Rivera en la revista Cinegramas la iniciativa cinematográfica de Aznar.

El estallido de la guerra civil lo paralizó todo. Bartolozzi y Magda Donato encontraron refugio en el exilio mexicano. Adolfo Aznar se quedó en España y la censura prohibió su película Pipo y Pipa en busca de Cocolín, hoy perdida. Hubo de pasar mucho tiempo para recuperar la risa y también la diversión, libres de intenciones moralizantes y tristes moralejas.

Suscríbete para seguir leyendo