Homenaje de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis

María Cruz Sarvisé, una mujer que renovó la pintura

La pintora aragonesa celebra su 100 cumpleaños con una exposición de retratos en el Centro Cultural de Ibercaja en Huesca

Presentación de la exposición, este pasado viernes en el Centro Cultural de Ibercaja en Huesca.

Presentación de la exposición, este pasado viernes en el Centro Cultural de Ibercaja en Huesca. / FUNDACIÓN IBERCAJA

Domingo Buesa

Domingo Buesa

El próximo 3 de mayo la pintora aragonesa María Cruz Sarvisé cumplirá cien años, un siglo durante el cual ha ido realizando una sólida obra pictórica que quizás se pueda resumir en tres líneas de trabajo. Primero, con esos retratos tan personales de mujeres y niñas que cobran vida con un dibujo de largas líneas (que generan esos brazos lánguidos y esos ojos que nos miran llenos de vida) o con ese color que aporta tanto la melancolía como la vivencia del sentimiento. 

Después, con esos grabados de personajes soñados, también de grandes ojos, de miradas muy inquietantes, emergiendo en esas cuidadas líneas que dibujan formas y dramas. Y, por último, no podemos olvidar esas propuestas de murales que han acabado decorando iglesias de las diócesis de Jaca y de Huesca, gracias a las generosas donaciones que ha hecho esta pintora. Ejemplo de ello son iglesias como la de Lárrede o la de Cristo Rey en Sabiñánigo, donde queda claro que María Cruz es una mujer profundamente religiosa que ha entendido la vida como un espacio de trabajo, de entrega a los demás en el aula y haciendo una tímida retirada en ese mundo público que rodea al pintor.

Esa importante trayectoria profesional le permitió introducir novedades que fueron en su tiempo modernidad y proponer originales formas de expresarse. Dos razones suficientes para justificar un reconocimiento público que confirma su valor como una de las más notables pintoras del arte aragonés de la segunda mitad del siglo XX. Opinión generalizada que ya planteó hace años el prestigioso profesor Federico Torralba, catedrático de arte de nuestra Universidad, autor del libro sobre 'La pintura aragonesa'. 

La importancia de Sarvisé en el mundo de la plástica la entenderán visitando la exposición 'María Cruz Sarvisé 100 años. Retratos' que acaba de ser inaugurada en el Centro Ibercaja de Huesca gracias a la colaboración entre la Fundación Ibercaja, siempre atenta a apoyar la cultura, y la Real Academia que ya había incorporado hace años a María Cruz como académica. Recorriendo sus tres espacios, deteniendo su mirada ante cada uno de los 29 retratos, que fueron pintados por Sarvisé entre 1957 y 2021 y han permanecido ocultos a los ojos del público en las casas de las retratadas, podrán sentir y comprender muchas cosas de esta pasión por el arte que siempre ha sentido nuestra pintora que, aunque nacida en Zaragoza en 1923, vive en Huesca desde los siete años (como señaló en el homenaje el alcalde de la ciudad). Allí comenzó sus estudios que culminaron en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, como ha explicado el académico y comisario de la exposición Fernando Alvira, y que completó con viajes -nada habituales en aquel momento para una mujer sola- a Italia, Holanda, Francia y Alemania.

Con todo ese bagaje visual y estético, optó por dedicarse a enseñar y a dotar de sensibilidad a los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos en el instituto de Sabiñánigo o en el de Huesca, donde nos enseñó a amar el arte, la naturaleza que nos rodeaba y la dignidad del ser humano. Pero la cátedra de dibujo no la separó de la pintura, era imposible que dejara de pintar y de grabar, que dejara de hacer esos magníficos retratos que mayoritariamente son mujeres y niñas -a tamaño natural- que se inmortalizan con sus mascotas y sus muñecos, con aquello que aman en su vida cotidiana.

Homenaje de la Real Academia de San Luis

Por todo lo dicho, la Real Academia de Bellas Artes de San Luis decidió concederle su Medalla de Oro, distinción muy poco otorgada y que tiene como valor el ser la más alta de las distinciones de esta real corporación. Cuando se le impuso en la solemne sesión de este pasado viernes, estaba claro que se quería reconocer que fue una avanzadilla del color y de la libertad estética en aquella España de Franco que pretendía dibujar en blanco y negro; que supo captar la esencia de las personas, como ha señalado el director general de la Fundación Ibercaja al presentar el catálogo; y, especialmente, que supo confiar siempre en el ser humano y en su capacidad de construir belleza.  

Sin duda acertó cuando dijo, inaugurando su primera exposición en 1958, "estos son mis retratos, que hablen por mí". Y ha acertado cuando ha agradecido este homenaje con unas sencillas palabras: "Doy gracias a Dios y a la vida, porque he disfrutado mucho de lo que tenemos y no nos damos cuenta". Con su voz suave y con la emoción que recorría un hermoso espacio presidido por sus retratos, todos comprendimos que estábamos ante la pintora altoaragonesa más relevante del siglo XX. María Cruz Sarvisé, contra viento y marea, había conseguido demostrar que la mujer es capaz de marcar nuevos caminos al arte y de crear nuevas formas de hablar del ser humano, pero siempre desde esa humildad y ese compromiso con la libertad que tienen las grandes personalidades de esta tierra nuestra. Feliz cumpleaños, profesora Sarvisé.