OPINIÓN

Guardando las distancias: Aragón no encuentra su sinfonía

¿Alguien ha cuantificado el dinero que no se rentabiliza formando músicos en conservatorios públicos para que los disfruten en otros lugares? 

El director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Pedro Olloqui, en las Cortes de Aragón.

El director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Pedro Olloqui, en las Cortes de Aragón. / LAURA TRIVES

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

El nuevo Gobierno de Aragón, después de varios requerimientos, ha hablado claro en uno de los proyectos culturales que estaba a punto de nacer. No lo hará. Aragón seguirá siendo esa anomalía en la Unión Europea y no tendrá una orquesta sinfónica manteniendo Zaragoza el dudoso honor de ser la única ciudad entre 350.000 y un millón de habitantes del viejo continente que no cuenta con una orquesta sinfónica de carácter público.

La historia del proyecto es de sobra conocida y su mayor pecado ha sido quedarse en el limbo con unas elecciones autonómicas por en medio. Ya en campaña se utilizó como arma política arrojadiza lo cual no auguraba nada bueno, y, ahora, el proyecto decae definitivamente.

No sé si era un modelo perfecto, si era mejorable o si era más una utopía que una realidad, pero ¿se ha explorado la posibilidad de adecuarlo o mejorarlo en lo que no le gusta al nuevo Gobierno? Me temo que no, que era un proyecto, que como venía del equipo de gobierno de anterior, no podía seguirse con él. A partir de ahí, se puede armar todas las justificaciones que se quieran (y, ojo, que bien explicadas pueden tener la misma validez que las contrarias, ahí no me meto), pero lo que sí tengo claro es que Aragón, una vez más, es la que sale perdiendo. La comunidad y sus músicos, esos que formamos en conservatorios, que se van por el mundo y que no tienen ni una oportunidad para poder ganarse la vida en su ciudad. 

Costes y oportunidades

Aludir constantemente a los costes cuando se tiene delante un proyecto cultural es un argumento que, sinceramente, está muy visto y desgasta. Llegará un día, espero que llegue, claro, en el que los proyectos se midan por lo ambiciosos que queramos ser y no por el supuesto coste que va a tener. Porque... ¿alguien ha cuantificado el dinero que no se rentabiliza formando músicos en conservatorios públicos para que los disfruten en otros lugares? Por ejemplo, en las 29 sinfónicas que existen en España, argumento utilizado el otro día en las Cortes de Aragón para descartar la necesidad de crear una en Aragón. Si eso es lo que queremos (que parece que sí), no hay nada que hacer. La batalla está perdida.

Más allá de todo esto, el resultado es que tenemos una fundación creada para la gestión de la orquesta (deja claro su objeto en el primer punto de sus estatutos) y que desconocemos para qué va a servir. Sobre todo porque nada se sabe de los concursos que se convocaron para contratar un administrativo y un gerente así como para seleccionar una orquesta. Desde luego, en las Cortes de Aragón, el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Pedro Olloqui, no aclaró nada. Deslizó que el patronato de la fundación había decidido no continuar con los concursos, pero ante las dudas de la oposición sobre las reuniones de ese patronato no hubo muchas más explicaciones. Habrá que esperar a las actas que se aseguró se entregarían a la oposición para ver en qué punto está el asunto.

¿Y la fundación?

La fundación tiene este año 100.000 euros reservados en el presupuesto que todo hace suponer que se dedicarán a llevar la música clásica «a todo el territorio» a través del plan anunciado en las Cortes de Aragón el otro día. Habrá que esperar en qué se traduce esto, pero con ese dinero si la idea es mover a una orquesta por localidades, no va a dar para organizar muchos conciertos. Empezaba diciendo que, al menos, por fin sabemos que no va a haber Orquesta Sinfónica de Aragón. Pero yo sigo teniendo muchas dudas sobre el papel de la música clásica para el Gobierno de Aragón en estos próximos cuatro años. 

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