La montaña en Aragón

El oasis oculto en un rincón

El ascenso a Tuc de Mulleres (3.009) desde Llanos es una alternativa segura y de largo recorrido para hacer un tresmil con buenas condiciones de nieve en este invierno seco

La panorámica del macizo de Maladeta, con el majestuoso Aneto y las crestas de Ixalenques y Tempestades.

La panorámica del macizo de Maladeta, con el majestuoso Aneto y las crestas de Ixalenques y Tempestades. / S. R. A.

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Al fondo a la derecha. Literal. En el último rincón de Aragón. Más literal aún. Hasta allí, hasta la frontera más oriental de nuestro Pirineo, hay que pirarse para encontrar un buen puñado de nieve para saciar a los hambrientos esquíes de travesía. Al menos si el ansia lleva a querer conquistar un tresmil en este seco invierno. Tuc de Mulleres (3.009 metros) asoma en el Valle de Benasque como alternativa al Garmo Negro, como gran clásico, por su soledad, las aceptables condiciones de su manto y la lindeza de su acceso sin complicaciones, casi iniciático en verano desde La Besurta, y ahora algo más alejado y costoso en su conquista por tener que sumar nueve kilómetros de idas y venidas al aparcamiento de Llanos del Hospital.

Crucemos los dedos y esperemos que Karlotta, la borrasca que este fin de semana cruza la península, descargue con ganas para tender una capa de nieve fresca que mejore las condiciones pírricas de una estación en la que ha habido que rebuscar para disfrutar del skimo con ciertas garantías de diversión.

Afrontamos una excursión larga, de 27 kilómetros y más de 1.250 metros de desnivel. Larga, donde se necesitan buenas piernas y pulmones. Y madrugar. La salida la damos desde Llanos del Hospital, aprovechando la pista de la estación de fondo para aproximarnos hasta Besurta. La populosa parada veraniega es ahora un tenderete para tomar un respiro. Sigamos el conocido trayecto hasta Aigüalluts para encontrarnos con la vigilancia del Aneto. Hasta aquí la marcha se acompañará de raqueteros en un ascenso sostenido. Salvado el Forau y el Plan, tomamos el ramal hacia la izquierda, en dirección a Coll de Toro. Aquí encontraremos una de las pocas dificultades, al haber desaparecido el puente que cruzaba la palanca del Barranc d’Escaleta.

Si hubiese suficiente nieve se puede tirar por el propio barranco, pero más prudente es evitar puentes de nieve por el resalte por la derecha y observar desde arriba el Plan d’Aigualluts y el fondo la Montañeta, Salvaguardia, La Mina y Picada defendiendo la muga con Francia

Las lomas engañosas que dejan en Mulleres.

Las lomas engañosas que dejan en Mulleres. / S. R. A.

Sigamos por terreno sencillo con algún descensillo, en el que hay que estar atentos por varias simas, dejando a mano izquierda el hoyo del Coll de Toro y su enganche con la Artiga de Lin, para continuar al encuentro con los ibones d’Escaleta. Aquí, otro muro rocoso puede dificultar el avance por acumulación de hielo, por lo que conviene llevar crampón y piolet, siempre presentes en la mochila de invierno.

El final que no llega

El Vall d’Escaleta, superadas sus dos cubetas cheladas, finaliza en otra pared asumible y que merece otro esfuerzo hasta depositarnos en el Ibon Superior bajo la amenazante doble punta de Forcanada, el Turó de Tres Puntes y Cap deth Horo. Desviamos aquí las focas hacia el Sur. despidiendo el collado de los Aranesos, y solventamos hacia derecha el paso de la hondanada que asume un desnivel de 200 metros que oculta el desenlace. Porque superada esta barrera nos saluda bella Tuc de Mulleres o Tuc de Molieres, en su versión aranesa, dado que es la cota más elevada del rincón occitano de Cataluña.

La ilusión ilusoria de la cercanía anima la marcha sin identificar los casi 500 metros de desnivel que quedan. Estos pueden afrontarse por las dos aristas que circundan el ventisquero de la cara Norte. Sea una u otra la travesía que se decida acometer, las falsas lomas implican un ímpetu decisivo para enlazar con los últimos metros. En estos deberemos portear los esquíes para evitar los grandes bloques de piedra que preceden a la cima.

Llegados arriba (6 horas) se descubre, en días despejados, un universo impresionante de 360º de Pirineos. Impacta la visión panorámica del Macizo de Maladeta con las afiladas crestas de Salenques y Tempestades que desembocan en el Rey Aneto. A la espalda sube el Vall d’Molieres, se imponen los Besiberri y al fondo las cimas catalanas con la Pic d’Estats asomando en un diálogo de grandeza. Al otro lado la llanura de Francia y toda la Vall d’Arán. Perdiguero, Maupás, Boum, Vallibierna, Russell, Margalida, Coronas... el despliegue de gigantes abre cualquier boca de asombro.

El descenso es la réplica del ascenso salvo en la primera etapa. Nos lanzaremos por la cara NO, más vertical y esquiable, en buenas condiciones, para seguir descendiendo por L’Escaleta. 

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