Rincón literario | Las flores detrás del muro

Relato ganador del Certamen ‘Consumir en igualdad’ del Gobierno de Aragón en la categoría de Bachillerato y FP

Rincón literario | Las flores detrás del muro.

Rincón literario | Las flores detrás del muro. / EL PERIÓDICO

Julio García

Era una tarde nublada de otoño en aquella pequeña ciudad donde vivía Elena. Las sombras de los altos edificios y las calles bulliciosas hacían del lugar un paisaje rudo. Elena también lo sentía así. En sus ojos llenos de empatía se podía contemplar perfectamente que ese no era su lugar, pero las circunstancias que la vida había tejido a su alrededor hacían que se encontrara atrapada. 

Elena provenía de una familia humilde que vivía en el lado menos favorecido de la ciudad. En este rincón olvidado, los edificios desgastados eran un claro precedente de la exclusión social que se vivía. Las oportunidades eran escasas y las miradas de desdén se cruzaban con frecuencia. En el corazón de la ciudad, había un parque frondoso y colorido. Sin embargo, un alto muro separaba el parque de la parte menos próspera de la ciudad, creando una barrera física que simbolizaba la división entre aquellos que tenían y aquellos que apenas tenían lo suficiente. Elena, que nunca había visto más allá de aquellas calles sucias y llenas de miseria, no aceptaba la idea de que su hogar determinará su valía. Soñaba con cruzar ese muro y explorar el mundo que siempre le había sido negado. 

Eran alrededor de las tres de la tarde, mientras Elena caminaba como todos los días para comprar el periódico que le encantaba leer. De repente, encontró en el suelo un folleto que le cambiaría la vida. Este, se trataba de una inscripción para un concurso de arte para clases sociales adineradas. Intrigada y llena de esperanza, comenzó a pensar posibles planes para poder participar y finalmente se le ocurrió la idea de utilizar el seudónimo «Doña Isabella», en referencia a su difunta abuela, que le serviría para no llamar la atención y parecer una persona de un alto nivel adquisitivo. Armada con lápices de colores y un lienzo en blanco, comenzó a dar vida a su visión del mundo. Su obra retrataba un jardín exuberante y colorido que crecía detrás de un muro. Llamó a la obra Las flores detrás del muro.

El día del concurso, Elena no sabía cómo presentar su obra ya que el gran muro de la ciudad, la separaba del museo de arte. Entre tantos inconvenientes, se le ocurrió la idea de que quien realmente iba a presentar la obra era su prima Perla. Perla, era una niña que había tenido mejores oportunidades que Elena, pero que tenía un corazón igual de puro que ella. Elena y Perla se reunieron en la oficina de intercambio, lugar donde se intercambiaban cartas y otros objetos entre las dos partes de la ciudad. Cuando Elena le entregó la obra a Perla, le dijo: 

–Perla, si consigo ganar, no quiero que me des el premio, sino que quiero que lo inviertas en hacer un mundo más justo, donde todos tengamos las mismas oportunidades–.

Perla asintió con la cabeza de forma muy natural, pero cuando salió de la oficina, unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos. Habían sido unas palabras muy bonitas. Seguidamente, se dirigió hacia el museo. Cuando llegó, el museo se había llenado de artistas y espectadores. Algunas de las otras piezas presentadas eran impresionantes, algunas contaban historias de riqueza y abundancia, pero ninguna abordaba la realidad de la exclusión social como lo hacía la de Elena. El jurado, contempló cada obra con seriedad. Cuando llegó el momento de anunciar al ganador, un silencio tenso envolvió el museo. Finalmente, el portavoz del jurado tomó el micrófono y anunció: 

–La obra ganadora es Las flores detrás del muro de Doña Isabella–. 

Perla no se lo podía creer y empezó a imaginar cómo reaccionaría Elena cuando le diera la noticia. Pero no iba a ser Perla quien le diera la enhorabuena, sino que iba a ser la ciudad entera, porque cuando Perla subió al escenario a recibir el premio, pidió la atención del público y empezó a desvelar la verdad. Todo el mundo estaba asombrado y nadie podía creer que una persona de baja clase hubiera podido pintar esa obra de arte. La noticia se propagó rápidamente y cuando la multitud tocó el timbre de la casa de Elena para felicitarla, ella no lo podía creer.

Elena no solo había ganado el concurso, sino que su obra también desencadenó una conversación importante sobre la exclusión social en la ciudad. Las flores en su pintura simbolizaban la esperanza y la posibilidad de crecimiento incluso en los lugares más difíciles. El premio incluía la oportunidad de realizar una exposición individual en la galería del centro de la ciudad. Este evento marcó un hito, ya que nunca antes una artista de la parte menos favorecida había tenido la oportunidad de exhibir su trabajo en ese lugar destacado. La exposición atrajo a personas de todos los rincones de la ciudad. Mientras observaban las pinturas de Elena, muchos reflexionaron sobre la realidad de la exclusión social que había persistido en su propia comunidad.

La galería se convirtió en un espacio de encuentro donde las barreras sociales comenzaron a desmoronarse. Elena, convertida en una heroína y un símbolo de la lucha contra la exclusión, no se conformó con el éxito personal. Se convirtió en defensora de la igualdad y comenzó a trabajar en proyectos que unieran a las diferentes partes de la ciudad. Organizó talleres de arte en las comunidades menos favorecidas, brindando a otros la oportunidad de expresarse. También, Elena quiso fomentar el consumo local, y para ello, utilizó la fama que había conseguido para dar a conocer pequeñas tiendas de su barrio, que tenían un grandísimo potencial, pero que estaban enterradas bajo el gran peso que ejercía la exclusión social. Cientos de personas, incluso de otras ciudades, se acercaron a estas tiendas a aportar su granito de arena y se llevaron tal sorpresa, que muchos de ellos se convirtieron en clientes habituales.

Con el tiempo, el muro que dividía la ciudad se derrumbó y los líderes de la ciudad, influenciados por el impacto de Elena, comenzaron a implementar políticas que abordaban las desigualdades.

Fue tan grande el impacto que tuvo Elena, que cientos de empresas se vieron interesadas en invertir en esta pequeña ciudad que defendía la igualdad, llegando a financiar la reforma del barrio más desfavorecido y dando trabajos estables en estas empresas a las personas que se encontraban en condiciones precarias. Todo esto solo traía beneficios, ya que hacía que las empresas mejoraran y fortalecieran su imagen y además, ayudaban a las personas de este barrio a poder tener una mejor calidad de vida.

Sin duda, la historia de Elena y su valiente obra de arte inspiraron un cambio real en la mentalidad de la comunidad.