TRADICIÓN NAVIDEÑA

Jorge Martín vuelve a montar su Belén artesanal

El original Nacimiento contiene más de 1.300 figuras

Una de las estampas que pueden verse en el Belén. |

Una de las estampas que pueden verse en el Belén. |

La Crónica

Jorge Martín Ungría (Zaragoza, 1992) es un joven afable y cercano, encantado pese al esfuerzo desinteresado que hace cada año. Muelense de adopción y devoción, Jorge imaginó años atrás un belén que ha hecho crecer con sus propias manos, construyendo, reciclando, reutilizando… hasta alcanzar dimensiones colosales. ¿Con qué propósito? «Para distracción de los más pequeños y, ¡por supuesto!, de muchos adultos», sentencia. E, incluso, adquirir vida de algún modo con sus piezas en movimiento y sus artefactos articulados: cursos de agua, norias, molinos de viento, columpios infantiles...

Jorge Martín ha vuelto a abrir su creación a vecinos y visitantes. |

Jorge Martín ha vuelto a abrir su creación a vecinos y visitantes. |

Además de las escenas típicas, los 31 m2 de la instalación esconden también guiños contemporáneos, como un puesto de títeres, una administración de lotería, una escuela o el Café 1885 de la calle Alfonso en la capital maña, que hizo su padre, ebanista de profesión, si bien, paradójicamente, en armonía con el conjunto. «Me inspiré en los contenidos de un Belén napolitano que vi en una ocasión». O escenas como una recreación «que hice de las casas típicas del Pirineo oscense o la reproducción de la Puerta del Carmen de Zaragoza», enumera. También figuran estampas locales, como la de la Virgen de la Fuente, reproducida a escala en la Escuela Taller Cerámica de Muel, así como otras piezas de alfarería. O una réplica fiel a escala de la ermita. Es más, la primera vez que Javier Mainar, su autor ya fallecido, trajo la maqueta, hace ya cinco años, incluía la presa romana y la cascada. «Es de hecho una recreación completa del parque, que conservamos como oro en paño en su honor».

Ultimando algunos detalles. | SERVICIO ESPECIAL

Ultimando algunos detalles. | SERVICIO ESPECIAL / La Crónica

Lo cierto es que el Belén no ha cesado de crecer y de integrar cada año más objetos, niveles o alturas. «Es una creación artesanal. A excepción de las más de 1.300 figuras que lo pueblan, de diferentes épocas, estilos, dimensiones o factura, tanto artesanal como industrial; de hecho, en 2009, gané el concurso de Heraldo de Aragón, y el premio era una colección clásica de 50 figuras de inspiración aragonesa, el resto está hecho a mano con objetos cotidianos habituales en todos los hogares».

Las ollas, por ejemplo, son botes de Actimel y pintura especial; los quesos son de porexpan; las calabazas de huesos de frutas; los embutidos o las zanahorias de plastilina… «No solo he hecho cosas yo, también mi abuela, mi madre, mi padre…», confiesa. Una edición tras otra, Jorge cambia buena parte de la configuración, «a excepción de los cursos de agua. Aun así, admite que cada vez le resulta más difícil sorprender. «En principio lo hice para mí, pero cuanta más gente acude más me recompensa haberlo abierto al público». Es más, «esta Navidad he superado con creces la afluencia de visitantes del año anterior al covid. Incluso entonces seguí montándolo y recibiendo visitas con cita previa a través de las redes sociales. Aun con todos los inconvenientes y cautelas, funcionó de maravilla».

Javier no es un profesional del asunto ni nada semejante. De hecho, es músico, profesor de saxofón, y terapeuta ocupacional. En cualquier caso, su monumental recreación es parte ya, como no podía ser menos, de la programación oficial de la villa. Si acaso, tomen nota ya de su ubicación para el año que viene: Urbanización Parque Muel, fase II, nº 61.