Las altas temperaturas y el bajo caudal que lleva estos días el río Ebro ha provocado un rápido aumento de la presencia de macrófitos en el cauce a su paso por Zaragoza y, con ello, se ha disparado la aparición de larvas de mosca negra. Se ha incrementado tanto que el ayuntamiento comenzó ayer mismo el tratamiento para atajar la proliferación de estas larvas, como ya se hizo hace dos años, después de constatar esta preocupante evolución en los últimos dos muestreos realizados en solo un mes en el Ebro y el Gállego, para controlar la reproducción de un insecto que causa estragos en la población.

Como ya sucedió hace dos años, los técnicos del Instituto Municipal de Salud Pública ya prevén que el próximo verano será de una «alta incidencia de mosca negra» en la ciudad, dada la situación del Ebro, con poco caudal y mucho macrófito. Y se ha decidido que, a partir de ahora, las prospecciones se harán «cada 15 días». Con muestreos tras cada tratamiento aplicado en el cauce como el realizado ayer.

Desde el año 2011 se viene realizando seguimiento y control de estas larvas de mosca negra en los ríos, así como la detección del mosquito tigre. En el Ebro se hacen en Juslibol, junto a la pasarela del Voluntariado, puente de Piedra y La Cartuja; y en el Gállego, en Peñaflor, Peña del Cuervo y San Juan. En el Huerva y en el Canal Imperial nunca han aparecido larvas.

Este año, los muestreos se iniciaron el 8 y 9 de mayo, dando unos resultados «prácticamente nulos» de presencia de larvas. Solo a la altura de La Cartuja dio positivo. Pero ya el día 23 la densidad larvaria en el Gállego era mayor, por lo que se realizó el primer tratamiento en el cauce. En el Ebro, el pasado lunes se detectó «la aparición de gran cantidad de macrófito y larvas» y se inició el tratamiento. Primero el martes y después ayer, se aplicó un «larvicida ecológico que no afecta ni a la fauna ni a la flora acuática», a diferencia de otros métodos, como la fumigación.

Sin embargo, resta eficacia el hecho de que solo Zaragoza haga este tratamiento en el cauce. Ningún otro municipio lo hace, contra un insecto que es «capaz de desplazarse 15 o 20 kilómetros para morder o poner huevos».

Mientras, para combatir el mosquito tigre, la ciudad también ha colocado ya 30 ovitrampas en 11 localizaciones distintas. Estas se sustituyen cada 15 días y sus tablillas se analizan en la Facultad de Veterinaria.