HOGUERA DE MANZANAS

La Biblia, el sexo y el verano

Olga Bernad

Olga Bernad

La Hoguera se va de vacaciones durante julio y agosto, como los burgueses de verdad. Qué menos que echarle como combustible algo duradero, ¿y qué hay más duradero que la Biblia? Recordarán ustedes aquellas simpáticas misses que, ante la pregunta de qué se llevarían a una isla desierta, contestaban con voz angelical y pechos perfectos: «la Biblia», en un ejercicio extremado de cursilería e impostación. Una incluso llegó a elegir como pareja para repoblar la tierra a Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta. En fin, quitémonos esa terrible imagen de la cabeza y preparémonos para lo que nos traiga el futuro. O incluso el presente, porque me entero de que en varios colegios de Estados Unidos el libro sagrado se ha prohibido como lectura. En una especie de «sujétame el cubata» de la extrema competitividad entre puritanismos y correcciones varias, un padre de Utah decidió denunciar la Biblia por considerar que tiene contenido pornográfico, violento y sexualmente explícito y por tanto resulta inadecuado para la educación. ¿Importaremos también esta ocurrencia? ¿Cuánto tardaremos? Estoy segura de que a muchos, conforme van leyendo esto, ya les parece buena idea.

Esta generación va a tener que nadar entre contradicciones: en el colegio no podrán leer la Biblia pero en internet podrán apañárselas para ver porno duro en vivo y en directo. Ni la paradoja del gato de Schrödinger era tan paradójica o parajódica como la realidad en la que les toca bracear. Saldrán a flote, pero no sabemos en qué condiciones. Del «prohibido prohibir» a prohibir la Biblia hemos recorrido un largo camino del que seguramente algunos se sentirán orgullosos. Yo no sé qué pensar. Reconozco que la Biblia, entera, entera, no me la he leído nunca, pero como la empiecen a prohibir seguro que me entran muchas ganas. Quizá sea mi lectura de verano.

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