HOGUERA DE MANZANAS

Fervet opus

Olga Bernad

Olga Bernad

Se acabó el recreo y hay que volver al cole. Cada cual al suyo. Las vacaciones son un paréntesis que se abre cuando el cielo quiere pero se cierra simbólicamente de manera general al comenzar septiembre. Este verano ha sido prolijo en temas que se mezclan con las típicas serpientes de verano: elecciones, tetas, besos robados y descuartizamientos en Tailandia. Ha habido de todo. Sin embargo, ahora habrá que centrarse en funcionar, es decir, trabajar para que quizá otro verano sea posible y nos espere si la tierra tiene a bien dar otra vuelta al sol y si Vladímir Putin tiene a bien permitírselo, pues –aunque nos habíamos olvidado– la guerra de Ucrania seguirá ahí cuando despertemos, como el dinosaurio de Monterroso.

De momento no sabemos quién nos va a gobernar ni cuándo ni cómo. No sabemos si habrá que repetir elecciones o Pedro Sánchez conseguirá los apoyos necesarios para lograr que los números canten, ni cuánto nos costará su música. En realidad no sabemos nada aunque las televisiones y las redes estén llenas de expertos en casi todo.

La vuelta a la normalidad es la vuelta a la incertidumbre. Algo lógico si se piensa que la seguridad total es incompatible con la vida, pero algo muy inquietante si se considera que para vivir mejor hay que tener unas pocas certezas. Frente a la entropía, la rutina se dibuja como un pequeño clavo ardiendo en un tablero inabarcable donde hay muchos más peones que reinas. Quizá el único consuelo es hacer lo que uno debe y sabe, ceñirse a sus movimientos, contribuir al engranaje general haciendo lo que uno pueda y haciéndolo bien. No es mal propósito para el nuevo curso: sea lo que sea lo que usted haga, hágalo bien. No todos somos políticos para poder ver siempre la paja en el ojo ajeno y no ver jamás la viga en el propio. Fervet opus. Buena vuelta al cole para todos.

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