TRAGO CORTO

Cómodo

Borja Insa

Borja Insa

Al ritmo que marca The Jazz Groove radio me encuentro, sonando por los altavoces recién instalados por Jaime Moreno, y como casi siempre, desde que empezamos a gestar la idea del nuevo Moonlight, con Itziar a mi lado, esta vez montando las sillas que acaban de llegar, las últimas que faltaban. Adelanto, son hermosas. Dan ganas de quedarte mirándolas durante mucho tiempo, sus formas redondeadas y limpias te atraen, y solo con verlas sabes que vas a sentirte cómodo en ellas. Son perfectas. Todo encaja. Luces, sonido, suelos, barra, texturas, colores... parece un sueño, es más, seguramente sea un sueño, me pregunto si puede ser que un día despierte y nada de esto sea real. Si eso pasase sé lo que haría, buscar a todas las personas que están haciendo esto posible y volver a empezar desde el principio. Créanme cuando les digo que sería una pena que ustedes se quedasen sin vivir lo que estoy soñando en estos instantes.

Samuel me releva en el montaje de sillas, e Itziar me manda a una esquina, para tener un poco de tiempo y escribirles estas líneas a ustedes. En cocina están Marcos y Cristian, preparando una prueba con foie. El olor que se intuye es delicioso, salado y dulce, curioso porque eso no son olores, son sabores, pero huele a eso, y a hogar y cariño, ilusión y ganas.

¿Me merezco todo esto? Muchos son los que dicen que, en mi caso, recibo todo lo que he sembrado, pero me parece tan perfecto que incluso me sabe mal. Es como si mi parte pesimista me estuviera diciendo que pronto todo se desmoronara, esa voz dentro de tu cabeza que taladra ideas negativas con percutor y trata de trampear tu felicidad, pero en este caso existe una realidad inapelable, el cariño y el apoyo que recibes hoy es proporcional al cariño y apoyo que mostraste tiempo atrás por otros. Parece ser que debo llevar mucho tiempo cuidando y queriendo a mucha gente. Gente buena me rodea, y es fácil quererles y cuidarles, creo que no tengo mérito por ello. Además, como dice Javi, vamos respaldados por un ejército de gente que nos quiso, que hoy ya no están, pero cuidan de nosotros.

Mientras todo esto me sucede, Rocío está buscando toda la hierbabuena de Zaragoza, para abastecer a Cu-Ba, que aún no somos conscientes de cuántos kilos vamos a acabar gastando a la semana, tanto que me planteo cultivar hectáreas de ella. Esto de plantar hectáreas de hierbabuena es broma, aunque... nunca se sabe qué puede acabar pasando con esta agrupación de locos soñadores que nos estamos juntando.

Ya no queda nada, todo está casi listo. Debería estar nervioso, pero no es así, tengo ganas. Tantas ganas que no puedo dejar de sonreír.

Suscríbete para seguir leyendo