Sala de máquinas

Ley de pon y quita

Juan Bolea

Juan Bolea

El Parlamento aragonés ha derogado la Ley de Memoria con los votos favorables de la derecha, cumpliendo así las promesas electorales de Feijóo y Abascal.

Era la crónica de una muerte anunciada. Desde el principio, PP y Vox se opusieron a su tramitación y aprobación en el Congreso de los Diputados, considerando que se trata de una norma sectaria que repara el olvido de unos españoles para condenar a otros. Durante toda la pasada legislatura, estos dos partidos se dedicaron a criticarla, a denunciarla, hasta finalmente lograr tumbarla en aquellas autonomías donde gobiernan, bien solos los populares, bien en coalición con los voxes.

Mientras la Ley de Memoria ha estado vigente en Aragón se han llevado a cabo numerosas exhumaciones de restos humanos que hace ochenta años fueron sepultados durante la guerra civil en cementerios, en cunetas o fosas comunes… Tratándose, en su mayoría, de milicianos o defensores de la República en cualquiera de sus frentes (intelectual, bélico, sindical…) pero también de españoles que murieron en el otro bando, a veces sin saber muy bien por qué. Pues, ¿qué ideología tenían, por ejemplo, las víctimas inocentes de los bombardeos aéreos de una u otra escuadrilla? Fue a partir del momento en que se comenzó a señalar la militancia de unos y de otros como condición para recibir o no el póstumo homenaje de una exhumación digna cuando dicha ley comenzó a tambalearse. ¿Se habría podido evitar su utilización como arma arrojadiza en la lucha política? Seguramente, pero, para ello, PSOE y PP deberían haberla pactado previamente. Como viene siendo habitual, dado su enconamiento, tampoco esta vez se pusieron de acuerdo, y una norma que debía aspirar a un carácter universal nació «de parte», con un parto complejo, partida ya por el disenso y la sinrazón.

¿Qué pasará a partir de hoy en Aragón con todas aquellas familias que quieran recuperar a los suyos porque han localizado sus restos en esa tapia de un camposanto, en aquel agreste camino, en el pozo seco donde estaban enterrados desde la guerra civil…? ¿Se les prestará ayuda? ¿Se les permitirá rescatar a sus familiares o el Parlamento aragonés derogó ayer, también, sus esperanzas?

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