Opinión | el artículo del día

Primero de Mayo 2024: tomar la iniciativa

El mundo del trabajo está sufriendo una transformación revolucionaria y no viene por las reivindicaciones sindicales

Celebramos un Primero de Mayo de 2024 lleno de incertidumbre ante una situación global de confrontación entre países, continentes, intereses económicos e ideológicos, guerras y terrorismo. Y por si esto fuera poco, España se encuentra en una situación de enfrentamiento político no conocido ni en los peores tiempos de nuestra corta vida democrática (es muy peligroso vivir en una democracia que sustituye a adversarios por enemigos), que puede influir en la vida de las trabajadoras y trabajadores en su inmediato futuro, porque los cambios a los que nos enfrentamos surgen en el día a día.

De lo que no hay duda, es que el mundo del trabajo está sufriendo una transformación revolucionaria, y lo peor de todo ello es que no viene por las reivindicaciones sindicales como era habitual hasta finales del siglo pasado, sino que son impuestas sin «previo aviso» por intereses económicos, políticos o como se dice ahora, geopolíticos, mientras los trabajadores caminamos por un mundo de leyes, decretos, normas, modificaciones jurídicas, tecnológicas, precariedad y flexibilidad a la carta que nos cambian la vida de un día para otro. La confusión, el desorden y la desconfianza empiezan a ser generalizadas entre los trabajadores que acaban buscándose la vida como pueden, salvo cuando tienen que actuar jurídicamente que entonces recurren al «abogado del sindicato».

El sindicalismo fue protagonista del progreso y de los avances sociales que hicieron historia durante todo el siglo XX, forjando el Estado de Bienestar y la democracia en Europa, con una lucha constante que ha durado hasta nuestros días, y que hoy está en peligro.

Si el gobierno hace de sindicato y el sindicato se dedica a hacer política partidista, algo está fallando en el papel que debe desarrollar cada uno. ¿Dónde queda la independencia sindical para tomar decisiones, la reivindicación solidaria, la iniciativa para adelantarse al futuro, el compromiso militante, la lucha por la universalidad de derechos, la defensa de la igualdad y la lucha por combatir la desigualdad?

Es evidente que esta situación nos lleva a una reducción de las funciones de los sindicatos, limitadas a la mera «gestión» y a ser espectadores de lo que ocurre. Recuperar la independencia y la iniciativa es la tarea más importante en estos momentos para ganar credibilidad y recuperar la confianza en la defensa de los derechos de los trabajadores en Aragón y en Europa.

Nos enfrentamos a retos globales decisivos que afectan particularmente a Europa. Ya no valen los postureos, ni las ambigüedades coyunturales. O estamos por el sistema democrático que tantos sacrificios costó –con todas sus imperfecciones, siempre superables–, o se corre el peligro de abrir el camino a actitudes e ideologías autoritarias, totalitarias y populismos de varios signos. Como dice Hannah Arendt «los movimientos totalitarios usan y abusan de las libertades democráticas con el fin de abolirlas». Cerrarles el camino con rotundidad, tiene que ser la hoja de ruta del sindicalismo.

Es cada vez más necesario pactar un nuevo Contrato Social Europeo para todos los ciudadanos de la UE, partiendo de la defensa de nuestro sistema democrático y de nuestro Estado de Bienestar, actualizándolo en todo su contenido a la nueva realidad que vivimos, que garantice empleo digno con derechos para todos y unas prestaciones dignas para el que no tenga trabajo. Este es el gran reto del sindicalismo: tomar la iniciativa desde la independencia, para seguir construyendo una Europa Federal que sea ejemplo de libertad, democracia y cohesión social.

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