Opinión | ANA BLANDIANA

Manuel Borrás

Restablecer el silencio

Manuel Borrás, uno de los responsables de la difusión de su obra en español como editor de Pre-Textos, escribe sobre la autora rumana galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras

Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024.

Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. / EFE

Recibo con inmensa alegría la noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. Un galardón que no solo distingue a una indiscutible gran poeta, sino también a una de las más fructíferas tradiciones culturales de nuestra gran Europa, Rumania. Un país que, pese a sus dramáticos avatares históricos, mantuvo y ha mantenido un alto nivel de cultura.

La Editorial Pre-Textos nunca fue ajena a ese continuum y buena prueba de ello ha sido que, cuando nadie reparaba en la cultura de ese país, pese a su distancia geográfica tan vinculado a nosotros, no escatimamos medios para contribuir a su difusión como una tarea más de nuestro afán por hacer justicia poética antes que por la consecución de una operación numérica. Hace diez años, en 2014, pusimos ya en circulación, al alcance de todos los lectores de nuestra lengua, su libro Mi patria A4, traducido por Viorica Patea y Antonio Colinas; en 2016 El sol del más allá y El reflujo de los sentidos, traducido también por Patea y Natalia Carbajosa, y en 2017 Octubre, noviembre, diciembre (1972), edición a cargo de estas mismas traductoras. Es de justicia destacar la gran labor de apoyo y divulgación, así como el tesón puesto por Viorica Patea en la difusión entre nosotros de la poeta.

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El reflejo más claro de lo que acabo de apuntar, de la importancia cultural de Rumania, lo tenemos en la obra de Ana Blandiana. Escritora de una pieza que nos ha iluminado apelando a una poesía simple, limpia, “tan transparente que insinúa la sospecha de que ni siquiera existe”. En esta última frase podría concentrarse toda una poética, toda una actitud vital. La poesía no debería nunca aspirar a la originalidad. Se ha perdido demasiado tiempo en ello. Su autenticidad la hace siempre originaria, no hace falta inventar nada. Lo contrario es atentar contra la propia esencia de su naturaleza. “En la poesía lo importante no es lo inaudito, sino algo que conocíamos de otra vida. La poesía no debe transmitir la sensación de un conocimiento, sino de un reconocimiento”. Es decir, la poesía es la llamada que nos hacen las voces más antiguas germinadas en nosotros.

La poesía de Ana Blandiana supone para mí todo un ejemplo de serenidad en un mundo lleno de ruidos ensordecedores, de griterío de mercaderes, un remanso en medio de un mundo en el que se habla y escribe tanto cuando el significado del poema consiste en restablecer el silencio, según nos indicó la propia poeta.

En fin, que lo importante en poesía no es lo que uno u otra poeta haya podido escribir, sino lo que una u otro poeta es capaz de hacer que regrese con lo que uno ha escrito.