Opinión | EL TRIÁNGULO

¿Unir estaciones?

La conexión de Candanchú y Astún tiene su lógica, pero surgen dudas que tienen que ver con la insistente realidad climatológica

Dicen que el coste de la unión de las estaciones entre Candanchú y Astún ascendería a los 26 millones de euros y daría al Valle del Aragón una mayor proyección turística al conseguir convertirse en uno de los dominios esquiables mayores de Europa. Y en principio todo suena bastante bien, porque ambas estaciones se complementarían y su unión no parece que suponga grandes controversias medioambientales y sin duda poder ir desde la Tuca (Candanchú) a bordear la Raca (Astún) sin despegarnos de nuestros esquíes será un viaje de hermosa libertad.

Muchos años en el valle se lleva hablando de esta unión que tiene su lógica, toda la que le falta a ese macroproyecto por Canal Roya al que el valle se opuso y que solo decaerá de la cabeza de algunos de nuestros políticos si finalmente Canal Roya consigue ser declarado Parque Natural, al ser uno de los últimos rincones totalmente salvajes que quedan a caballo entre el valle del Aragón y el de Tena, ambos especialmente saturados en su parte urbanística, lo que poco a poco ha ido desfigurando sus formas y belleza originales. Y ya que las cosas están como están y deseando que no se produzca nunca la unión de Astún y Candanchú con Formigal a través de Canal Roya y sí aceptando que Astún y Candanchú puedan convertirse en un dominio esquiable, uno de los más grandes de Europa, me surgen dudas que tienen que ver con la insistente realidad climatológica que nos demuestra que cada año las nevadas son menores y se producen más tarde temporalmente, lo que lleva consigo que la temporada de esquí sufra serios reveses y se traduzca en un menor número de esquiadores, muchos de los cuales cuentan con un bono de temporada y no accedan a las pistas pagando un forfait diario, mucho más caro. Esto, unido a que tampoco se puede fabricar toda la nieve necesaria porque las temperaturas no son las idóneas en los meses de invierno, al menos es lo que viene sucediendo en los últimos años, tendría que llevarnos hasta un debate lógico y desatado de pasiones que nos permitiera preguntarnos si invertir 26 millones en la unión de ambas estaciones, el coste final será más amplio, tiene sentido o si simplemente será una inversión que con el tiempo caduque y quizá sea más interesante destinar ese dinero a un desarrollo turístico que no tenga en la nieve el 100 por 100 de su rentabilidad directa. Ojalá las nevadas fueran las que se vivían en mi infancia y ojalá el Pirineo fuera más puro y estuviera menos expoliado, porque eso hablaría muy bien de nosotros y quizá la nieve seguiría llegando en su momento y con su blanca abundancia.

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