La actualidad del Real Zaragoza

Alarcón no sale de su laberinto en el Real Zaragoza

El medio chileno sigue lejos de lo esperado tras su cesión desde el Cádiz. Contra el Levante tuvo que ser relevado ante la clara amenaza de ver la roja y ofreció otra vez un nivel gris

Tomás Alarcón, junto a Arcediano Monescillo tras una falta a Iborra en la primera parte ante el Levante.

Tomás Alarcón, junto a Arcediano Monescillo tras una falta a Iborra en la primera parte ante el Levante. / JM López

S. Valero

A los 39 minutos tuvo que retirar del campo Escribá a Tomás Alarcón ante el evidente riesgo de quedarse con un jugador menos y con el enfado del mediocampista del Real Zaragoza, pagado con el asistente del colegiado, tras otro partido de faz discreta del chileno, condicionado por la amarilla que vio a los tres minutos por una falta a Joni Montiel que debió ser para Bermejo, pero al que después le perdonó el colegiado la segunda tras llegar tarde ante Iborra, el propio Montiel y Campaña. La amenaza era tan evidente que a nadie le extrañó la decisión de quitarle.

El caso es que el chileno, pasado de revoluciones con el Levante, no está viviendo la cesión esperada en el Zaragoza. Un préstamo sin opción de compra desde el Cádiz que el club cerró antes de abrirse el mercado de enero y de la llegada de Cordero, aunque es una decisión en la que el director deportivo, que terminaba de perfilar su salida del Tenerife, asumió toda la responsabilidad, teniendo en cuenta que en el club gaditano está su hermano Pedro de director deportivo, algo que conviene no olvidar de cara al futuro.

Y es que el medio chileno llegó con la bendición en la sombra de Cordero y con los elogios absolutos de Escribá, que aseguró que ya lo quiso fichar para el Elche, en una plaza en la que había saturación, aumentada con el regreso de James Igbekeme. Arribó con vitola de titular y esa condición se la dio el míster sin tardar, ante el Mirandés en el primer partido del año, esperando que se viera un jugador más completo que el pivote que había mostrado en Cádiz, con más despliegue y capacidad de llegada.

La roja en Gijón

Sin embargo, y tras dos encuentros donde notó la falta de ritmo (solo había jugado con el Cádiz en cuatro partidos al principio de Liga y no lo hacía desde la cita copera en noviembre ante el Real Unión) y el cambio de escenario de Primera a Segunda, la roja por una clara falta a Queipo que vio en El Molinón después de que el VAR llamara a Busquets Ferrer le terminó de cambiar el paso.

«Mi versión por ahora aquí no es ni cercana a lo que puedo dar», dijo hace un par de semanas, argumentando que no había enseñado tampoco su capacidad ofensiva al quedarse como volante más fijo si Francho se descolgaba. Estuvo dos duelos sin minutos, ante Burgos y Lugo, pero el tramo final y con el partido sentenciado contra el Leganés le redimió. 

Escribá dijo ese día que lo hizo todo bien y la roja de Zapater en Huesca le devolvió al once ante el Albacete, condición que se mantuvo en el Ciudad de Valencia, sin que se vea ni rastro de ese centrocampista con capacidad de gobernar los partidos y que ofrezca tanto rigidez táctica como despliegue. Contra el Levante y después de que Escribá dijera en la víspera que «se le está mirando con una lupa excesiva, con peores ojos de los que merece. Es de los mejores profesionales que he entrenado», salió con un exceso de revoluciones que le mandó al banquillo. El chileno, por el que el Cádiz pagó 2 millones y tiene dos años más de contrato, sigue demasiado atascado en su intento de demostrar su nivel en España.