La pasión de Joseba

Apostó César Palacios, director deportivo del Eibar, rival del Real Zaragoza este sábado, por un giro absoluto de timón tras dos temporadas rondando el retorno a Primera con Gaizka Garitano, sobre todo en la primera tras bajar en 2021, ya que una derrota ante el Alcorcón en la última jornada les privó del sueño del ascenso directo. El elegido fue Joseba Etxeberria, de 46 años y candidato número uno, que esperó al desenlace de la temporada eibarresa, a la eliminación en los playoffs, porque tenía propuestas del Burgos o el Leganés y que dio el sí al club armero, a un proyecto ambicioso, en el que dar un salto más a una carrera que contempla ya pasos en la cantera del Athletic, cadetes, juveniles y filial incluidos, en el Vasconia, el Amorebieta y, ya en la categoría de plata, en el Tenerife, una etapa más breve de 22 partidos, y el Mirandés, una época reciente y más exitosa.

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“Lo que intento transmitir a mis jugadores es lo que yo siento, un fútbol de mucha pasión”, dice el entrenador nacido en Elgoibar, leyenda en el Athletic, donde es el cuarto jugador con más partidos (514), solo superado por Iribar, Muniain y Txetxu Rojo. Fue un extremo que hizo época en el club bilbaíno durante 15 temporadas y que sin embargo creció en la cantera de la Real Sociedad, debutando en ese equipo para que el Athletic pagara 550.000 pesetas en 1995 por su fichaje. Una apuesta que sin duda le salió más que rentable por un jugador de banda de los de siempre, de encarar y regatear, internacional en 53 partidos y que aplica para sus equipos desde el banquillo su misma filosofía futbolística: “Intento que mis equipos sean muy intensos, que puedan jugar mucho tiempo a ritmos altos y que en los partidos pasen muchas cosas”, añade a la hora de definir su estilo en los equipos que ha dirigido.

Se podría decir que el Etxeberria entrenador continúa la línea del futbolista, con equipos valientes y rápidos, con un fútbol de llegadas por banda, señal inequívoca de lo que él fue, y directo, sin buscar la posesión intrascendente. Por ahí está su ideario y ya lo plasmó en Miranda, donde llegó a falta de 15 jornadas, en la 21-22, con el equipo rozando el descenso con Lolo Escobar y firmó una permanencia muy holgada para que el curso pasado el Mirandés fuera de menos a más, ya que llegó a ser colista tras las seis primeras citas, y firmara una salvación muy tranquila repleta de buenas sensaciones, jóvenes jugadores, como es norma en Anduva en los últimos tiempos, y fútbol: Raúl García de Haro, Roberto López, Gelabert, Oriol Rey, Pinchi…

Al Eibar, que tiene esta temporada el límite salarial más bajo desde que descendió, con solo 11,07 millones, a años luz de los más de 30 que contaba tras dar con sus huesos en Segunda en 2021 después de una época dorada en la élite de siete cursos, le costó arrancar con tres derrotas consecutivas (Burgos, Leganés y Eldense) después del estreno victorioso contra el Elche. Con el equipo en zona de descenso tras cuatro citas, Joseba mantuvo la calma, recordando siempre de dónde venían, se mantuvo fiel a su ideario y su Eibar comenzó a carburar, apoyado en ese juego directo y vertical, con la velocidad de Corpas, Tejero o Yanis Rahmani, el olfato de Stoichkov, el talento de Aketxe, Matheus o Soriano y la consistencia de Sergio Álvarez, Berrocal, Arbilla o Unai Vencedor. Cinco victorias seguidas, tres de ellas fuera de casa, y el empate contra el Huesca en Ipurua han situado al Eibar sexto, en la zona que ha frecuentado desde que bajó a Segunda.

El sueño de Primera y del Athletic

“Es tan buena persona como entrenador”, aseguran los que conocen bien a Joseba, que solo firmó por un año en Ipurua, como a él le gusta. Su carrera sigue dando pasos claros con el destino a Primera y con el sueño de entrenar algún día al Athletic, una meta para la que le queda aún y en la que seguro que tendrá la competencia de Andoni Iraola, otro candidato de futuro en Lezama. Mientras tanto, Joseba sigue haciendo su carrera, acumulando bagaje y experiencias, con 90 partidos ya en la categoría de plata y sabiendo que devolver al Eibar a la élite sería un salto gigantesco para ponerle en el escaparate de forma absoluta.