La 32ª jornada de Segunda

La polémica de Anduva

Como ha sido por La Romareda durante mucho tiempo, el consistorio de Miranda de Ebro y el club andan enzarzados en una pugna por la remodelación de la Tribuna Principal

El máximo accionista de la entidad amenaza con irse y vender su paquete mayoritario si la aportación para esas obras, de un coste total de 8 millones, no es mayor

Un momento del partido del Zaragoza en Miranda en la temporada pasada, con derrota por 2-0.

Un momento del partido del Zaragoza en Miranda en la temporada pasada, con derrota por 2-0. / PAULINO ORIBE

Con el Ayuntamiento de Zaragoza y el club de la mano en la construcción de La Romareda tras muchos años en los que el proyecto vivió demasiados atascos, el caso de Anduva y el consistorio de la localidad burgalesa, que no supera los 40.000 habitantes, tiene algunos paralelismos, como la titularidad municipal del campo y la necesidad de una remodelación, que en este caso solo afecta a la Tribuna Principal, donde se pretende realizar una obra de más de ocho millones de euros en la que el consistorio y la SAD no se ponen de acuerdo en la aportación de cada uno, lo que ha llevado a la amenaza del máximo accionista de la entidad, Alfredo de Miguel, de una “salida irrevocable” del equipo y vendiendo su paquete accionarial mayoritario, que es del 51%. En ese escenario, en un estadio en el punto de mira, dirime este domingo el Real Zaragoza un partido vital para la permanencia.

Está por ver si De Miguel, que en su batalla con la institución no deja de mencionar otros ejemplos de colaboración entre un club y su ayuntamiento, Zaragoza entre ellos, cumple o no esa amenaza porque sí parece claro que esa Tribuna Principal presentada en diciembre, inspirada en el nuevo San Mamés y de un coste excesivo para la realidad de una ciudad y del club, donde se incluyen 160 asientos de zona VIP y otros tantos de zona de prensa cuando no llegan a la decena los periodistas que siguen al equipo en la categoría de plata, no llegará en este verano, cuando acabe la competición.

El consistorio, que tiene firmado desde 2021 un contrato de cesión gratuita del campo por 75 años en el que el Mirandés se hace cargo de las obras, no supera en su aportación los 1,2 millones (tiene un presupuesto global anual el ayuntamiento de solo 43), financiados en 10 años y el club considera irrisoria esa cifra y no le vale el argumento de que la mitad de esa grada, que supondrá que el campo pase a tener unos 6.500 espectadores (ahora tiene unos 5.700), se pague con los fondos CVC que el cuadro rojillo no ha estrenado, porque no dejan de ser parte de la entidad, un préstamo a devolver a 50 años, como en el caso de todos los equipos, incluido el Zaragoza, que accedieron a él.

12 millones de superávit

El Mirandés, en todo caso, tiene fondos más que suficientes para acometer esas obras, con un superávit en estos años de 12 millones tras una gestión ejemplar encabezada por el propio De Miguel y que ha tenido en el ahorro y el buen hacer económico los bastiones. Además de un director deportivo como Chema Aragón, que estuvo hasta junio pasado, capaz de llevar eso a la práctica. La idea fija en estos años, cinco seguidos en Segunda, es que si el Mirandés ha tenido 4 para gastar, solo ha empleado 3. “No quiero jugadores que tengan un BMW sino aquellos que quieran comprarlo”, era una de las frases de cabecera de De Miguel que Aragón aplicó a rajatabla. Equipos repletos de cedidos de clubs grandes, muchos aprovechando el escaparate del Mirandés para dar el salto (Merquelanz, Vivian, Iván Martín, Guridi, Marcos André, Camello, Riquelme, Raúl García…), austeridad y seguridad económica.

La fórmula se ha repetido con menos éxito con la llegada de Alfredo Merino a la dirección deportiva, con hasta 18 cesiones firmadas en este curso, algunas camufladas en altas y bajas de una temporada, y seis en la fallida revolución invernal. El Mirandés, con 5,05 millones de límite salarial, el tercero más bajo tras el del Huesca y el ficticio del Levante, todavía tiene que remar para cerrar el que será su sexto año en Segunda, con 36 puntos a estas alturas y ese es otro motivo para que muchos no entiendan una tribuna tan faraónica que podría haberse estrenado con un descenso a Primera RFEF que el Mirandés trata de eludir mientras Anduva asume que su remodelación tardará en llegar.

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