Los productos ecológicos no llegan al gran público. El elevado precio y la mala distribución impiden el auge de un sector que empezó a despuntar debido a la inquietud que provocó en los consumidores el desastre alimentario de las vacas locas. Este mercado padece una contradicción: España es el primer país europeo y el quinto del mundo en superficie agraria ecológica, con 1,61 millones de hectáreas de cultivo, y, sin embargo, es el noveno en gasto, con solo 20,9 euros anuales por habitante frente a los 177 de Suiza, según refleja un informe realizado por la consultora de investigación de mercados Market AAD. Así, la comida ecológica apenas representa en España entre el 1% y el 2% del sector de la alimentación, cuando en Suiza está entre el 7% y el 8%.

Solo el 20% de los artículos que se venden en España están en las estanterías de supermercados y grandes superficies --en Alemania es el 80%--, el resto se comercializa en tiendas especializadas. Ricardo Madurell, uno de los autores del informe, hace autocrítica: "No somos capaces de llevar el producto ecológico a los supermercados y el modelo de comercio especializado no está al alcance de la mayoría de la población".

22.000 MILLONES DE NEGOCIO

El crecimiento sostenido del sector ecológico durante la última década a Europa --que representa ya un volumen de negocio de 22.000 millones de euros anuales-- permite predecir unas buenas perspectivas a corto y medio plazo (2015-2020). Según el informe, "todo apunta a que no estamos ante una moda pasajera, sino de una tendencia que ha venido para quedarse". Sin embargo, en el mercado nacional, aunque el volumen de negocio se ha multiplicado por cuatro en la última década, se comienza a percibir cierto estancamiento en este sector. España es uno de los países mejor posicionados en el sector ecológico a nivel internacional, ya que es el quinto del mundo en superficie destinada a este tipo de cultivos con un 6,5% de la superficie agrícola (la media de la Unión Europea es del 6,1%).

Además, España es el segundo de la Unión Europea en número de explotaciones (más de 30.000, por detrás de Italia con 45.000). Del 2003 al 2013 el volumen de negocio se ha multiplicado por cuatro y actualmente es de 1.000 millones de euros al año. Pero desde el 2013 se detectan síntomas de estancamiento en la estructura productiva ecológica española, sobre todo por falta de transformadores y distribuidores.

El estudio concluye que el consumidor español está cada vez más predispuesto e informado sobre el valor de los productos ecológicos. La gran estructura productiva nacional, sin embargo, no se corresponde con un desarrollo similar de transformadores y distribuidores, lo que dificulta el fomento de la demanda. En este sentido, las perspectivas para un desarrollo positivo del sector pasan, según el informe, por aumentar este eslabón de la cadena, así como por aprovechar la diversidad de canales de comercialización existente, desde el detallista hasta los lineales de la gran distribución. Como ha sucedido en otros países europeos, si se facilita la disponibilidad de los productos ecológicos en los centros de compra habituales, su demanda se incrementa. Esta predisposición latente de los consumidores por el producto ecológico se constata por el creciente uso del comercio electrónico para satisfacer esta demanda.

COSTAR Y VALER

El producto ecológico presenta, además, otro problema añadido que impide su expansión: son entre el 15% y el 40% más caros, según el artículo, que la alimentación convencional. El sector tiene claro que la comida ecológica no puede ser un refugio para consumidores elitistas. Por eso, defiende que la solución para que se abarate pasa por que aumente el número y la estructura de productores y operadores de la mano del incremento del consumo. "Cuanto más grande y potente sea esta actividad, todos saldremos más beneficiados", afirma Jesús Bayego, uno de los propietarios del supermercado La Natural, en Zaragoza.

También un estudio del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente incide en el problema. La gente no compra la gama eco porque sale cara y, además, la disponibilidad es baja: "No hay donde yo compro", afirman los encuestados. "No es que estos productos sean caros, sino que los otros son muy baratos", apunta Jonatan Magaz, fundador del supermercado Koralium. "No es que sea más caro, sino que tiene un precio más elevado. Y si vale más es porque tiene mejor calidad", insiste Bayego.

Antonio López, responsable nacional de producto ecológico del grupo El Corte Inglés, reconoce el rechazo del consumidor "a la comida sospechosa". "La gente quiere saber qué se mete en el cuerpo", afirma. López considera que el sector tiene "un crecimiento importantísimo y aunque los precios han bajado, comer sano es más caro, pero nuestro aval es el sabor". Los españoles compran el doble de alimentos ecológicos que hace una década. "La gente tiene que cambiar el chip y aprender a llenar el carro de la compra. Compramos mucho y mal, hay que adquirir menos productos pero de más calidad", destaca Madurell.

Los defensores de lo ecológico inciden en el efecto beneficioso que ha tenido la crisis en el consumo --que, aunque todavía es bajo, ha experimentado un auge a pesar del precio--, así como en los negocios relacionados con este sector. "Las dificultades de estos años nos han tocado la conciencia. La gente quiere consumir de forma más responsable y nuestro objetivo es responder a esa demanda", indica Bayego. "La crisis nos ha servido para reflexionar", refrenda Magaz, para quien el desarrollo del sector depende de la implicación de las administraciones y los medios de comunicación. "La información es la mejor publicidad", sentencia.