La opinión de Sergio Pérez

Los sudores fríos de Víctor Fernández y el Zaragoza 24-25

Víctor Fernández regresó al Zaragoza en marzo con la mirada puesta en la temporada 24-25. Después de que el equipo describiera una suave curva ascendente ante el Tenerife y el Levante, este domingo hubo momentos de sudores fríos contra el Elche, que el gol de Iván Azón mitigaron. El equipo aún no ha arrancado. Al técnico le está tocando sudar en su travesía hacia el Zaragoza 24-25.

Víctor Fernández da instrucciones a Grau y Gámez antes de saltar al campo ante el Elche.

Víctor Fernández da instrucciones a Grau y Gámez antes de saltar al campo ante el Elche. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Básicamente, Víctor Fernández regresó al Real Zaragoza el pasado mes de marzo con la mirada puesta en la temporada 24-25, la próxima, en la que podrá pilotar todo el proceso de construcción del proyecto desde el minuto uno y la plantilla quedará modulada a su gusto y a sus maneras de entender el fútbol. Para llegar al verano en esa disposición, el entrenador aragonés aceptó subirse a un tren medio descarrilado en marcha y ganar un espacio en el futuro a través del presente.

En cinco semanas al mando, Víctor no ha conseguido enderezar la dirección del equipo, que sigue consiguiendo unos resultados tan pobres como antes de su fichaje. Ha sumado cinco puntos de quince posibles. Es decir, su aparición no ha generado ningún rendimiento estadístico por el momento. Hasta hoy, su balance es malo.

Sí ha logrado otros intangibles, especialmente desde el punto de vista social con la tranquilidad que trajo al entorno y la calma que su fichaje produjo en un contexto de creciente nerviosismo entre la grada y el banquillo en la parte final de la etapa de Julio Velázquez. La pitada a Bakis este domingo fue la primera vía de escape de ese gigantesco cortafuegos que su presencia genera.

A Víctor Fernández la plantilla del Real Zaragoza le parecía atractiva el pasado verano. Con el paso de los meses, como le habrá ocurrido a usted, ese juicio fue cambiando a peor. A su llegada sabía que delante no tenía una pequeña vaquilla de plaza de pueblo sino un toro de cierta entidad. Lo advirtió en su presentación: “Un amigo me decía que la última vez que vine se necesitaba una heroicidad. No es el caso de ahora, aunque hay un peligro y una amenaza”.

Seguramente, el entrenador no esperaba encontrarse con tantas dificultades ahí abajo en la plaza ni un camino tan desagradable y feo. Ha ganado un partido, ha perdido dos y ha empatado otros tantos. El Real Zaragoza está a cinco puntos de la zona de descenso (Velázquez lo dejó a siete) y lo que se ve no se parece a un equipo de autor de Víctor. Ahora trata de explotar los espacios y las carreras. Llega más a la portería contraria que antes y detrás sufre también más.

Ante el Tenerife y contra el Levante, el equipo describió una suave curva ascendente, pero los quince primeros minutos de la segunda parte ante el Elche, y el partido en sí, enfriaron ese forzado entusiasmo. Este domingo, el entrenador debió tener algún sudor frío al inicio de la segunda parte. El equipo está bien posicionado para atar la permanencia y debería hacerlo si no hay una extrañísima e improbable catástrofe, pero a Víctor le va a tocar sudar mucho en su travesía hacia el Zaragoza 24-25.