«Todo el trabajo es bueno, pues genera actividad en otros sectores». Esta es la idea predomintante entre los vecinos de Binéfar, según explica el cartero de la localidad, Ramón Alzuria. Cuando nació, lo que ahora es el hotel Ciudad de Binéfar (con unas modernas instalaciones de cuatro estrellas) era el cine La Paz. Por eso recuerda que ha sido un privilegiado espectador de la transformación de la capital de La Litera, ahora sumida en una nueva revolución social por la llegada del grupo italiano Pini, que acaba de inaugurar un matadero que requerirá, cuando esté funcionando al 100%, casi un millar de trabajadores.

La localidad siempre ha rozado el pleno empleo, algo que ha hecho que hasta los jóvenes que se fueron a estudiar fuera acaben regresando. Arancha Castán, tras cinco años en Barcelona, ha emprendido el camino de vuelta. «He hecho un buen cambio», señala. Ahora está empleada en el renovado hotel, al que cada vez llega más gente atraída por las oportunidades laborales de la agroindustria.

El mayor problema de esta transformación ha llegado con el aumento de los alquileres. Los pisos céntricos, de tamaño medio, por los que antes se pagaban unos 300 euros mensuales se han disparado a los casi 700 que se piden en algunas zonas. «Se repite hasta en los pueblos de alrededor», confirma la cubana Mila Almaguer. Lleva quince años trabajando en Binéfar y nunca había visto nada parecido. Trabaja en el bar La Tertulia y destaca que ya desde la fase de construcción del matadero de Pini (bajo la marca Litera Meat) el ambiente popular ha cambiado, pero para bien. Hay más gente por la calle y más animación en los negocios. «Esto no lo cambio por nada, yo vine aquí por la calidad de vida y eso se mantiene», reconoce.

La llegada de nuevos inmigrantes tampoco ha supuesto por ahora un elemento de distorsión. La comunidad más numerosa es la de Mali, que llegaron en los años noventa para trabajar en el matadero de Fribin. «Mi objetivo es ir a la universidad, pero si puedo me quedaré a vivir aquí», explica Abulai Tungara. Nacido en Binéfar de padres malíes, por ahora prefiere centrarse en los estudios.

Carlos Satorra es camionero. Trabajó en la primera fase de Litera Meat con una hormigonera. Consiguió vivienda antes de que se dispararan los precios y pretende quedarse. «Aquí siempre habrá alguna opción», zanja. H