No se lo ha puesto fácil el río Cinca a los nabateros del Sobrarbe que, en la edición número 36 del descenso de nabatas entre Laspuña y Aínsa, han tenido que hacer frente a un inusual bajo caudal para poder replicar, décadas después, el trabajo de sus antepasados en el transporte de madera desde el Pirineo hasta el Mediterráneo.

La cita se ha convertido , un año más, en una jornada festiva para los vecinos de la comarca de Sobrarbe y los no pocos visitantes que se acercaron a ver el espectáculo. No es para menos. Durante semanas la Asociación de Nabateros del Sobrarbe trabaja en la confección artesanal de las nabatas para presentar un auténtico espectáculo que bebe de las raíces y la historia de los vecinos de esta comarca. La consejería de Ciudadanía, María Victoria Broto, también ha asistido al tradicional descenso de nabatas.

En esta ocasión, se construyeron tres embarcaciones de dos trampos, de las que solo dos pudieron completar el recorrido hasta Aínsa. La tercera quedó encallada en una parte del recorrido, y no pudo retornar al cauce pese a los intentos de sus cinco nabateros.

"Esperábamos más agua, pero ha habido la justa y una de las nabatas no ha podido llegar", explica Félix Buil, de la Asociación de Nabateros de Sobrarbe.

Al parecer, todo indica que la embarcación se quedó encallada, atascada con una piedra de grandes dimensiones, y no ha podido ser reflotada por quienes la ocupaban.

"Hemos bajado con 25m3 por segundo en lugar de 45, no sabemos si por la falta de lluvia, de deshielo, o de todo, pero el río ha pegado un cambio importante", ha añadido Buil. "Hay cambios en el cauce, sitios por los que ya no pasa el río, pasos más estrechos... Ha cambiado mucho", ha resumido.

En esta edición, doce nabateros culminaron el recorrido de varios kilómetros entre Laspuña y Aínsa, entre ellos, un nuevo integrante que realizó el descenso por primera vez y una única mujer nabatera.

Al tradicional descenso, que se recuperó en esta zona del Pirineo altoaragonés hace ya más de tres décadas y que persigue el reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, se suma habitualmente una jornada de convivencia entre vecinos.

La celebración prosiguió con el tradicional almuerzo, a la llegada a Aínsa, ante la expectante mirada de cientos de personas desde el puente sobre el río Cinca.

Homenaje a José Antonio Murillo, en Aínsa, con agua del Cinca. EL PERIÓDICO

Además, la Asociación de Nabateros de Sobrarbe rindió homenaje al recientemente fallecido José Antonio Murillo, pieza clave de la actividad cultural y social de Aínsa, vinculado también al descenso de nabatas.

Enrique Pueyo, alcalde de Aínsa, ha explicado que se le ha hecho un emotivo homenaje "con agua del Cinca". "Los nabateros recogieron en el descenso el agua del río, y después la vertieron sobre el monolito que hay en su memoria", ha manifestado.

Ha sido, un año más una jornada de emoción y tradición, que marca el descuento hacia la 37ª edición.