El Visor de Chus Tudelilla: Paseo real de Charles Clifford por Zaragoza

El viaje fue uno de los mejores instrumentos políticos que permitieron a Leopoldo O’Donnell, presidente del Consejo de Ministros, cambiar la imagen de Isabel II y de su reinado

Templo del Pilar.

Templo del Pilar.

Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

El viaje fue uno de los mejores instrumentos políticos que permitieron a Leopoldo O’Donnell, presidente del Consejo de Ministros, cambiar la imagen de Isabel II y de su reinado, con el propósito de fortalecer y fomentar la identidad nacional que proponía desde la Unión Liberal, partido que había fundado en 1854. La campaña de «paseos reales» por España y Portugal, entre 1858 y 1866, apenas variaba en su estricta organización aun cuando la impresión de proximidad de la reina hiciera pensar lo contrario; al fin y al cabo era eso lo que se pretendía: la adhesión del pueblo a la monarquía, máxima expresión del liberalismo constitucional, como ha señalado Margarita Barral Martínez, entre otros especialistas del periodo.

En los meses de septiembre y octubre de 1860, un segundo viaje programado por O’Donnell condujo a los reyes y principales autoridades nacionales desde Madrid y Alicante a Baleares, Cataluña y Aragón. Como sería habitual, no faltó el cronista oficial cuya tarea era enaltecer la bondad de la reina y conjugar en su relato episodios históricos de los lugares visitados con la monarquía del momento. Al novelista Antonio Flores correspondió la tarea propagandística, que la imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra editó en Madrid, en 1861. Tan importante como la crónica escrita era el testimonio visual que, en aquel y otros viajes, se encargó al fotógrafo inglés, residente en Madrid desde al menos 1850, Charles Clifford, autor de la secuencia de imágenes entre las que destacan diferentes vistas y monumentos representativos de cada lugar, y algunas de las construcciones efímeras levantadas con motivo de la visita real, que inspiraron litografías para folletos y revistas ilustradas. En 1860, Clifford ya tenía elaborado el álbum 'Recuerdos fotográficos del viaje de Sus Majestades y Altezas a las Islas Baleares, Cataluña y Aragón', compuesto con cincuenta y seis fotografías realizadas al colodión húmedo y positivadas en papel a la albúmina, de las cuales doce correspondían a Zaragoza.

Domingo, 7 de octubre

Zaragoza recibió a los reyes el domingo 7 de octubre, al mediodía de un día sereno y caluroso, y los despidió el sábado 13 de octubre con frío y viento helador, que empezó a soplar con fuerza la jornada del almuerzo en Torrero. Un incordio. Pero fue tal el entusiasmo y las ganas de celebrar los días festivos de la ciudad que el cierzo solo molestó a quienes llegaron de fuera. En su crónica, Antonio Flores narra episodios de la historia de Zaragoza enredados con las visitas de la reina piadosa al Pilar, tan celebradas, y a los establecimientos de beneficencia -muy interesante su reflexión sobre la mala gestión y condiciones de la llamada Casa de Locos-, con los saludos desde el balcón del Palacio Arzobispal donde los reyes y sus hijos se alojaron, con la asistencia a los toros y al teatro, y a los numerosos actos organizados por las entidades locales... La ciudad engalanada e iluminada sonaba a jota.

Torreón árabe en el Coso de Zaragoza, dedicado a Sus Majestades.

Torreón árabe en el Coso de Zaragoza, dedicado a Sus Majestades.

De su estancia en Zaragoza Charles Clifford (Sur de Gales, c. 1819-Madrid, 1863) seleccionó doce fotografías para el álbum del viaje real, cuyos títulos aparecen al pie de las imágenes: 'Vista general desde Torrero, con las torres de la ciudad perfilando el horizonte'; 'Fuente de Isabel II y Salón de Santa Engracia', un espacio que en ese momento estaba adornándose con arcos vegetales, a cargo de la Diputación; el Salón de Santa Engracia, escribió Antonio Flores, visto desde el Coso, de espaldas a la ciudad y con la vista perdida hacia las frondosas arboledas entre las que se sitúa la estatua de Pignatelli, ofrecía un aspecto grandioso. Dos vistas del Pilar desde el Ebro; y tres magníficos e inquietantes detalles del patio de la Infanta. No podía faltar la Torre Nueva, a la que ascendió el cronista en compañía del escritor Manuel Arias; ni la portada principal de Santa Engracia, testigo de los estragos irreparables de la invasión francesa, ni tampoco la Puerta de los Gigantes de la Audiencia. De entre las construcciones efímeras, Clifford incluyó en el álbum el torreón árabe colocado en el Coso, decorado con los atributos de la Agricultura, Industria y Comercio; y el Carro de la Agricultura que, junto al Carro de las Armas, simbolizaban la fidelidad del pueblo a la monarquía, labrador en la paz y soldado en la guerra, acompañaron a la comitiva que precedía a los reyes y estuvieron presentes en todos los festejos organizados por el Ayuntamiento.

Salida de Zaragoza tras la misa del Pilar

El 13 de octubre por la mañana los reyes salieron de Zaragoza tras oír misa en el Pilar, donde el día anterior habían confirmado a la infanta María de la Concepción en la capilla del Pilar y participado en la procesión de la mañana, que abrió el gancho de San Pablo y en la de la noche del Rosario de Cristal, a la que siguieron serenatas y jotas que el frío congeló.

Cuenta el cronista que hasta Calatayud, por todas partes, se veían enramadas y adornos sencillos pero inestimables. La comitiva siguió el camino de Alicante por los campos de la Muela, Épila, Almunia y del Frasno. En la Almunia de doña Godina se habían colocado diferentes arcos de triunfo. También Calatayud se había vestido de gala con adornos e iluminaciones en los edificios, que habían sido preparados en el Casino, lugar elegido para el descanso real; delante del convento de los Capuchinos se había levantado un arco árabe y la plaza del Fuerte se decoró con inscripciones y multitud de luces de color. No faltó la música. Al día siguiente, tras acudir a misa en la iglesia de Santa María, el cortejo real salió de la ciudad; en Ariza, tras pasar por los baños de Alhama, despidieron a las autoridades de Zaragoza que les habían acompañado en el trayecto.  

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