Los discos de Javier Losilla: 'Flamingos', el club de la pasión

Lo fundamental en ‘Flamingos’ es su carácter bastardo, pero un bastardismo personal e intransferible

Enrique Bunbury en el concierto que ofreció en la plaza del Pilar de Zaragoza el 10 de octubre de 2002.

Enrique Bunbury en el concierto que ofreció en la plaza del Pilar de Zaragoza el 10 de octubre de 2002. / EL PERIÓDICO

Javier Losilla

Javier Losilla

"He querido reconciliar en el disco todas cosas que he hecho, y buscar los aciertos que, en mi opinión, he conseguido en algunos de mis discos anteriores". Bunbury se expresaba así sobre 'Flamingos', su tercer álbum, en una entrevista que mantuvimos en febrero de 2002, en los estudios Music Land, en Figueras, cuando el disco estaba en el proceso final de cocción. Y más: el músico reconocía que había utilizado los hallazgos de David Bowie «abiertamente y sin ningún tipo de complejo».

Este año se cumple el 20 aniversario de la edición de 'Flamingos', un trabajo crucial en la discografía de Bunbury, y con ese motivo se ha publicado una caja con cinco cedés: el disco original, caras B, maquetas y dos que recogen, respectivamente, los conciertos de presentación en Zaragoza y en Madrid. El conjunto se completa con un librito con fotografías, las letras de las piezas y textos de Juanjo Ordás, Jesús Fernández Úbeda y Carlos H. Vázquez.

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Pero, ¿qué hace tan especial a 'Flamingos' para que sea merecedor de estos fastos? Pues, sin duda, el hecho de plantear una manera singular de entender el rock en español. Una concepción particularmente expresiva, cuya clave no reside tanto en el manejo de un buen número de referencias musicales (quien esté libre de influencias que levante el micro), cuanto en la organización de esas fuentes y en su mezcla natural con músicas que no proceden del magma rockero. 

La lucha del autor consigo mismo

Así las cosas, lo fundamental en 'Flamingos' no está en el listado de figuras del rock que desprenden sus ecos sonoros (Bowie, Cohen, Cave, Doors, Bolan...) ni en el reconocimiento de estilos populares que pueden encontrarse fragmentados en las canciones (músicas mexicanas, de cabaret, españolas, árabes, negras...); lo importante de este álbum, cuya iconografía boxística en el empaquetado habla tanto de la lucha del autor consigo mismo como de un combate contra los demás ("El infierno son los otros", anotó Sartre) es su carácter bastardo. Carácter que adquiere su tono vital en la medida en que se aleja de una mixtura convencional y adquiere personalidad. O sea: no un bastardo cualquiera, sino un bastardo bunburiano; reconocible e intransferible. Una apuesta en definitiva, que debe tanto a 'Radical Sonora', el debut en solitario de Bunbury, como a 'Pequeño', su segundo disco, aunque el primero resultase para algunos demasiado electrónico, y el segundo, excesivamente world music.

Enrique Bunbury, en el año 2002, cuando publicó 'Flamingos'.

Enrique Bunbury, en el año 2002, cuando publicó 'Flamingos'.

Dicho lo cual anotemos que el cedé 'B Sides' recoge desde piezas propias como 'Malicia', 'Dos clavos para mis alas', 'El día anterior' y 'Si...' a composiciones ajenas, llevadas, claro al terreno Bunbury: 'Eres bellísima', el éxito de Adriano Celentano; 'Vámonos', de su admirado José Alfredo Jiménez; 'Annabel Lee', de Radio Futura; 'Papel de regalo', de El Niño Gusano, y dos canciones de Rafa Domínguez, miembro en esa época de la banda de Enrique: 'Circo Circular' y el instrumental 'Barret'.

En el tiempo de ‘Flamingos’ Bunbury confirmó ser el epítome de lo brillantemente popular sin ínfulas elitistas

Acercarse al proceso creador

'Demos' (maquetas, o sea) permite acercarse al proceso creador de un Bunbury inagotable y puntilloso, a través de grabaciones previas de 'No se fíe', 'Hermosos y malditos', 'Si...' ( tres tomas distintas), 'Mundo feliz', 'Y al final', 'El club de los imposibles', 'Contar contigo', 'Sácame de aquí', 'Enganchado a ti', 'Malicia', 'San Cosme y San Damián' y 'Un bastón para tu corazón'. Cuéntese con el detalle de que, aunque las canciones están bastante perfiladas, estamos hablando de un work in progress, de una búsqueda del mejor atuendo para las composiciones.

La caja de la edición XX aniversario del disco recoge cinco cedés y un librito con las letras, ensayos y fotografías

Y cerrando el pack, 'Una cita en Flamingos', registros de los siempre estimulantes directos de Bunbury extraídos de sus conciertos en Zaragoza (Plaza del Pilar, 5 de octubre de 2002) y en Madrid (Palacio de Congresos, 20 de diciembre de 2002). Y aquí conviene destacar que, afortunadamente y al contrario de lo que ocurre habitualmente con ediciones de directos de la misma gira grabados en ciudades diferentes, los repertorios ofrecidos solo coinciden en tres composiciones ('Infinito', 'Salomé', 'Sí...' y '...Al final'). 

El programa de Madrid, más largo (13 canciones) se muestra con un tono más recogido que el desplegado en Zaragoza (11 piezas). No es casual que el disco comience con 'Algo en común', mientras el show zaragozano estalla a todo trapo con 'El club de los imposibles'. Y de una y otra grabación, cosas como 'Ladie Blue', 'Enganchado a ti', 'Sácame de aquí', 'La chispa adecuada', 'Iberia sumergida', 'El extranjero', 'Apuesta por el r’n’r'... En el tiempo de 'Flamingos', Bunbury confirmó ser el epítome de lo brillantemente popular sin ínfulas elitistas. 

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